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No es un secreto para nadie, que el príncipe Joel sea el más deseado en todo el reino

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No es un secreto para nadie, que el príncipe Joel sea el más deseado en todo el reino.

Cualquier chica que lo conozca podría quedar enamorada con tan solo verle sonreír.

El joven e hijo único del Rey Martín, se encontraba practicando esgrima, como todas las mañanas desde que cumplió los dieciséis años.

Zabdiel, su instructor personal y también, su mejor amigo, lo hace parar cuando ve al general Camacho acercarse con urgencia.

"Pimentel, es su padre"— hace una pausa agachando la cabeza "Quiere verlo, es muy importante" continúa.

"¿Qué ocurre, Camacho"— pregunta siguiéndolo de vuelta al palacio.

Comienza a asustarse cuando se direccionan a las escaleras, donde está la habitación del Rey.

Entra rápidamente al ver a su padre postrado en la cama, con el médico de confianza a su lado.

"Padre, ¿Qué sucede"— puede sentir un nudo naciendo en su garganta.

"Joe... Has llegado" se estira con dificultad para acariciar su mejilla.

"Doctor..." voltea el rostro para ver al mencionado.

"Tranquilo joven príncipe, tuvo un problema con su sistema respiratorio, pero se pondrá bien en unos días" le sonríe el médico tocando su hombro, en señal de apoyo

El médico hace una especie de reverencia antes de salir, para dejarlos solos en la habitación.

"Joel, hijo, ya estoy muy anciano. Has oído al doctor, y probablemente no me queda mucho tiempo para que me vaya con tu madre al cielo" acaricia con dificultad su mano.

"Padre, no diga eso. No sé que sería de mí si usted también me deja solo como lo hizo madre" solloza ante todos los recuerdos que invaden su mente.

"Tienes razón, no puedo dejarte solo" suspira.

"¿Qué está pensando?" besa su mano.

"Tu eres el heredero, cuando yo muera ocuparas el trono hijo" suspira, mirándolo a los ojos "Y todo rey necesita de una reina".

"No estoy comprendiendo del todo, lo que está tratando de decirme" mira su rostro con el ceño fruncido.

"Estoy diciendo que deberíamos encontrarte una esposa. Hablare con el consejero y también con Zabdiel si  lo quieres, organizaremos una fiesta, para que encuentres a tu reina Joel".

"Padre, usted sabe el inmenso respeto que le tengo, pero también sabe a la perfección lo que opino acerca del matrimonio" niega con la cabeza lentamente.

"Hijo, hazlo por mí, por el reino. Mandaremos traer a toda princesa del mundo, y si ninguna te gusta, esperaremos. No tienes nada que perder" trata de sonreírle, sin mucho éxito.

"Y si no la encuentro, ¿promete respetar mis argumentos y dejarme en paz con respecto al tema?" susurra antes de ceder.

"Lo prometo, hijo".

"Hablare yo mismo con Zabdiel, para que me ayude a redactar las cartas que enviaremos a los reinos vecinos. En cuanto estén listas, le notificaré a su consejero para que se la haga llegar, padre" acaricia su cara y deja un pequeño beso en su frente "Permiso" sale sin hacer mucho ruido.

Regresa directo al campo para contarle sobre la situación a su mejor amigo, quien es sumamente bueno con eso de la redacción y escritura.

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El Príncipe ¡! TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora