Todo el tiempo que vivió nunca tuvo algo tan real, había otra mente ahí afuera qué le parecía tan atractiva y misteriosa, que no se lo creía.
Valía la pena compartir los más íntimos sentimientos con alguien más.
Pero algo malo había, la satisfacción se convertiría en culpa, el placer en miedo y la felicidad en incomodidad.
Algo malo había en aquel sentimiento de conexión, algo tan real no podía ser posible, o acaso la autodestrucción llegaba a tal punto de reaccionar defensivamente ante cualquier cosa buena que ocurriera.
Ahora solo admira su existencia, al final, se conforma con saber que allí afuera, hay almas y mentes que pueden dar vuelta su mundo, pero sólo puede descubrir, más no participar.
