Prólogo

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Las calles eran tristes, pero más tristes las personas que las calles recorrían.

De entre esta gente, tres personas sobresalian. Tres personas que son las que dan origen a esta historia.

Se trataban de dos chicos y una chica.

El largo cabello rubio de Leon resplandecia con el sol del atardecer, y la aún más larga cabellera castaña de Laura era levantada con la brisa de la tarde. Atrás de ellos y a paso más lento hiba Leonardo, vigilando que los chicos adelante de el no caigan con las prisas.

Al final de aquella triste calle se encontraba un gran roble, la única belleza que sobresalía entre la triste calle.

Allí, Leon estaba acurrucado en el regazo de Laura, y ésta estaba recargada en el hombro de Leonardo mientras cepillaba con sus dedos el cabello de Leon.

Miraban el atardecer desde aquella colina y con un susurro prometieron estar juntos y protegerse. Siempre.

Lastimosamente ajenos al dolor de la realidad y de la vida, que les golpearia en el futuro.

Drogas y CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora