Capitulo ➵1

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Me paseaba por mi oficina, observando de tanto en tanto los edificios de San Diego que se alzaban majestuosos sobre el cielo, casi tocando las nubes.

Estaba esperando que diera la hora. Era un ritual para mí el caminar antes de una reunión administrativa.

Yo, era Camila Cabello, dueña de las empresas Cabello's Ltda. La cual había heredado por mi padre debido a su fallecimiento hace dos años.

Me vi impuesta a tomar el control de ella con tan solo veinticuatro años; si, fui lanzada a los tiburones que se movían en las aguas del mundo empresarial, siendo unos perfectos depredadores que pudieron acabar conmigo en un abrir y cerrar de ojos.

Pero no fue haci.

Les demostré que a pesar de mi corta edad, era lo suficientemente inteligente para lidiar con ellos. No por nada termine mi carrera en un abrir y cerrar de ojos. Me esforcé, trabaje duro para llegar a donde estoy ahora, llevando a la empresa de mi difunto padre a la cima, claro, por debajo de Michael Jauregui.

Hice una mueca de desagrado.

Ese maldito viejo, lo odiaba. Siempre mirándome despectivamente, tratando de desprestigiarme ante los demás ejecutivos. Peo ¡Ja! Nunca lo ha podido lograr.

Estaba sola en esto, no tenía familia. Mi madre falleció hace años, nunca tuve hermanos, fui la única hija, malcriada y mimada a la que nunca se le negó nada.

Pero para mi suerte, tenía a Shaw, mi mejor amigo, además de ser mi primo, hijo de un medio hermano de mi padre que murió casi al mismo tiempo que él, dejando a Shaw al frente de su empresa. Ambos éramos casi iguales, con el mismo pasado, las mismas circunstancias nos colocaron en la presidencia de nuestras empresas; aunque claro, él era cuatro años mayor que yo, así que no fue gran problema.

Se encargó de protegerme y ayudarme a subir, subir cada vez más alto en los negocios, además de ser el único hombre de mi vida, porque si, él me había quitado la virginidad, me había hecho suya y teníamos una relación estresa y sexual de vez en cuando. Era el único que me había tocado y no pensaba en nadie más.

No tenía tiempo para hombres, pero maldita sea que a veces deseaba experimentar más allá de Shaw. Él era un sueño de hombre, pero quería más que sexo convencional. Incluso pasaría por alto las advertencias de mi primo al pensar en entregarme a alguien más.

Sonreí.

Era posesivo, pero sabía de sobra que no podíamos tener una relación abierta.

– Señorita Cabello, los ejecutivos la esperan – dijo mi secretaria a mi espalda. Mi vista se había perdido en las personas que aparecían diminutas hormigas yendo y viniendo con prisa para llegar a sus trabajos o colegios.

– Gracias, Arianna.

Escuche la puerta cerrarse. Di la vuelta y tome mi móvil. Reacomode mi falda de tubo en color negro, alisándola, a pesar de que se encontraba pulcra, sin ninguna arruga.

Suspire y salí de mi oficina con el eco de mis tacones presionando con firmeza contra el mármol.

No estaba nerviosa, ya me había enfrentado muchas veces a los tiburones que me esperaban al otro lado de la puerta, pero había algo que me estaba haciendo poner los pelos de punta y lo odiaba porque no sabía lo que era.

Temblando levemente tome entre mis manos al picaporte de la puerta, la abrí y entre a paso decidido, no podía mostrar debilidad alguna ante ellos o me comerían viva.

– Buenos días, señores – dije seria.

Entonces note la ausencia de Michael, era muy extraño, él siempre llegaba puntual, porque claro, le gustaba fastidiarme.

–Buenos días – saludaron en un unísono

Tome el teléfono que estaba sobre la mesa, marcando a línea de Arianna quien respondió enseguida.

–Diga señorita

–Arianna, ¿Que a ocurrido con el señor Jauregui? – pregunte mientras sentía la mirada de todos los presente sobre mí, o mejor dicho, sobre mi escote.

–Llegara en unos minutos señorita, disculpe, me pidió que le informara, pero lo pase por alto –solté un gruñido.

–Que no vuelva a ocurrir –dije molesta.

–Sí, señorita –colgué el teléfono y suspire nuevamente

–Disculpen, mi socio se demorara unos minutos –hable en voz baja pero segura. Ellos asintieron serios.

Apoye mi espalda contra el respaldo de la silla, golpeando con mis uñas la mesa, haciendo un sonido molestoso para ellos pero que a mí me calmaba. Así que tendría que soportarlo.

Mordí mi labio nerviosa. ¿Qué demonios me estaba pasando?

Finalmente después de unos minutos Arianna abrió la puerta.

Escrute su rostro que estaba rojo, además temblaba nerviosa, sin mirar a nadie.

Entendí el motivo de su nerviosismo.

–Buenos días – aquella voz ronca y autoritaria.

Trague saliva y contemple el pedazo de mujer que tenía en frente de mí.

Decir era guapa, se quedaba corto. Ella era una puta Diosa griega. Su rostro bello, parecía haber sido cincelado centímetro a centímetro cuidadosamente. Unas tupidas pestañas surcabas sus ojos verdes, tan profundamente intimidantes, que podían desarmarte con tan solo posarse sobre ti. Sus pómulos eran perfectos, sus cejas, su nariz recta y qué decir de sus labios, carnosos y pintados con un labial rojo, por un momento me los imagine chocando contra la carne caliente de mi sexo húmedo y dispuesto, gustoso de recibir las caricias que podía darme y que podía jurar, me llevarían al límite de lo imaginable.

Me removí sobre mi silla con una punzada de placer atravesándome entera. Seguí escrutándola, pasando por lo largo de su cabello oscuro y sedoso y recorriendo su cuerpo bien formado, sus músculos marcados escondidos debajo de aquel estorboso traje blanco que le queda perfecto.

Sin embargo, un carraspeo me trajo de vuelta a la tierra. Parpadee confundía a mi no me gustaban las mujeres y me levante de la silla.

–Disculpe, ¿Quién es usted? –pregunte mirándola interrogante

Ella, al igual que yo, me había evaluado, deteniéndose en mis labios, no en mis bien formados pechos que era lo único que los hombres de aquí me veían.

–Cierto, no me he presentado –hablo con una voz calmada –Mi nombre es Lauren Jauregui, y soy su nueva socia.

Mierda.

"Esta es mi primera historia espero les guste" 

Sumisa Por Y Para Ti (Camre G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora