SEGUNDA PARTE

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El ojiverde había buscado a Louis y ya sabía donde vivía y donde trabajaba.

Por eso ahí estaba, tocando el timbre de la casa.

—Voy.—se escuchó la voz del castaño y en ese momento se tensó.

La puerta se abrió y pudo ver al castaño.

— Hola Lou.

—Tú.—el castaño quiso cerrar la puerta pero el rizado no lo dejo.

—Louis, quiero hablar contigo.—habló abriendo más la puerta.

—Tú y yo no tenemos nada de que hablar.—no entendía por qué el ojiverde estaba en su casa o más bien ¿como había encontrado su dirección?

—Tenemos que hablar de nuestro hijo.

—Él no es tu hijo y yo no quiero tu dinero.—y con eso le cerró la puerta en la cara.

El rizado se dio cuenta de que le dijo las mismas palabras que él le había dicho cuando estaba embarazado.

Pero no se quedaría de brazos cruzados, el vigilará a Louis hasta que tenga un momento para hablar con el.

Pasaron las horas y el seguía sentado en el auto que había rentado.

Cuando un auto conocido se estacionó en la casa del ojiazul.
Y de el bajo su hermana Gemma.
Bueno, aparte de haberle echado de la casa, su hermana le había mentido. Ella sabía que el bebé era suyo y no se lo dijo. Esa era la razón por la que ella se había ido a vivir a Londres.

Manejó al departamento de su hermana y la esperaría para hablar con ella.

Pasaron unas horas cuando la puerta se abrió.

—Hola Harold.—dijo ella colgando su abrigo.

—Hola Gemma o debería decirte mentirosa.—el rizado tenia un verdadero coraje dentro de el.

—¿Por qué mentirosa?—quizás su hermano estaba mal.

—Sabías que el bebé era mío y no me dijiste.—trataba de controlarse.

—¿Q-Qué?

—Lo que escuchaste... Tuviste contacto con Louis y no pudiste decirme que el bebé es mió.—se sentía traicionado.

—Tú tomaste tu decisión el día que Louis te dijo que tendría un bebé... Así que no me culpes a mi.—ella igual estaba enojada.

—P-Pero...

—Pero nada... Yo lo único que hice fue estar con mi sobrino, cosa que tú no hiciste.

—¿Y-Yo soy el unico culpable verdad?—dijo con la voz entrecortada.

—Harold, todavía puedes remediar tu error.—le rompió el corazón ver a su hermano así.

—¿Cómo? Louis no me quiere ni ver.—dijo con lágrimas cayendo  por su rostro.

—Si le pides perdón y tratas de solucionar todo, estoy segura de que te dejará ver al bebé.

El rizado era lo que haría, le pediría perdón al ojiazul.

***

Louis estaba acostado en su cama pensando en la persona que había llegado en la tarde a su casa.

No entendía porque Harry llego a molestarlo.

Él era feliz sólo con su bebé y amigos. Y ahora llega el rizado arruinando todo lo que había hecho. También tenía que admitir que cuando lo vio los sentimientos que había tenido por él hace dos años volvieron a salir a flote. Y eso lo odiaba.

Eddie - Larry Stylinson M-preg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora