this is the scent of quarantine wings in a hospital ~pt.2

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Incluso después de que Minghao se había integrado a la familia Carat, no dejaba de ser desconfiado, por no decir que su inseguridad rozaba la paranoia.

Mingyu intentó sacarle información, quería saber más sobre el pasado del chino, sus razones para asesinar de aquella manera a HanSik, el por qué de su estancia en Corea. Había tantas preguntas y tan poca disposición de Minghao para responder.

Ciertamente lo único que el chino contestó fue: su edad, 15 años (aunque él juraba que ya iba a cumplir 16); su nombre, Xu MingHao; y el alías que le gustaría usar, The8.

Cualquier otro tipo de información estaba herméticamente sellada para el mundo y nadie tenía permitido conocer más sobre el escuálido chino capaz de asesinar a cualquier desafortunado que fuera marcado como blanco por Kim Mingyu.

Al inicio, el mafioso estaba empeñado en conocer más de Minghao, había algo que no le cuadraba en toda la situación pero no tenía manera de conocer más porque HanSik y su gente eran los únicos que podían saber pero obviamente MingHao ya se había ocupado personalmente de todas sus repulsivas existencias.

Desde la primera noche en que el joven llegó, Mingyu supo que la vida del chico tenía que haber sido un asco, o que podría haber sido buena pero el simio de HanSik tuvo que haberla arruinado de alguna forma horrible, porque no conocía a un adolescente como Minghao.

Su silencio, el insomnio, el misterio sobre su pasado, la delgadez enfermiza, la ira contenida, su asertividad y soberbia.

Ni siquiera era sano en lo absoluto.

¿En qué lío se había metido Mingyu?

Pero después de los primeros dos trabajos realizados por el chino, Mingyu recordó que Minghao no era igual al resto de los adolescentes porque el tenía un talento incomparable... y también unos ojos encantadores, pero aquellos eran detalles.

Después de unos meses, el jefe mafioso dejó de insistir tanto porque aunque Minghao seguía siendo una jodida caja fuerte respecto a su pasado, su trabajo lo hacía a la perfección, arañando la maestría.

Mingyu apenas había empezado a construir su imperio de la mafia pero gracias a la eficiencia en el trabajo de Minghao, logró colocarse muy rápido como un jefe mafioso digno de respetar, alguien a quien temer o bien con quién aliarse (por la fuerza o voluntariamente).

Sabiendo que tenía la lealtad del chino en cierto modo asegurada, Mingyu comenzó a tratarlo igual que al resto de sus compañeros. Lo presionaba, se volvió más estricto y menos tolerante.

La exigencia era mayor pero con MingHao había una diferencia. Era mínima y por poco insignificante, casi no se notaba si no ponías atención, pero de hecho el jefe mafioso se sentía atraído por el joven asesino.

Mingyu se encontraba completamente cautivado por el chino escuálido que pasaba sus mañanas y tardes haciendo lagartijas y abdominales en su habitación, ese mismo que cuando era presionado o regañado injustamente por el jefe mafioso, no bajaba la mirada sino que lo desafiaba con la frente en alto como diciéndole te reto a que lo intentes con más fuerza, pero Mingyu jamás lo hacía porque no solo estaba encaprichado con Minghao, el menor era su debilidad y aunque le gustaba fastidiarlo para ver que tanto se oponía, Mingyu se habría dado un tiro si en cierto momento el fastidio cruzara el límite impuesto por el menor, uno que el coreano no quería tantear.

El hecho de que ya no intentara indagar sobre su pasado no significaba desinterés o indiferencia, solo pasaba que presionar sobre asuntos personales era uno de esos aspectos que Mingyu consideraba podían empujarlo hasta ese limite que no quería conocer, por eso se había mantenido tranquilo respecto al tema.

are you nasty? ~GyuHaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora