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Un año más, y el último.

Segundo de bachillerato se ha hecho cuesta arriba, para algunos más que para otros, pero Raoul ha conseguido aprobar el primer trimestre y ya se mentaliza de tener que esforzarse al máximo para la selectividad. Y además está deseando acabar las clases para poder centrarse en lo maravilloso de la navidad, quedar con sus amigos para ir a beber chocolate caliente y ver las típicas películas navideñas. Y lo mejor, y para lo que ya está haciendo sitio, la comida. Está deseando ver a su padre metido en la cocina, ir preguntándole por todo, intentando ayudarle, robándole alguna cosita mientras tanto. También tiene ganas de volver a ver a su hermano, que llega justo el día de nochebuena, desde Zaragoza, donde ha estado entrenando con su equipo de futbol.

Pero todo lo contrario, Agoney, ya habiendo repetido primero, y seguramente repitiendo también segundo, sigue contemplando dejar los estudios y dedicarse a cantar en las paradas de metro por un par de euros. Por suerte, la sonrisa de su hermana Ana logra animarle y que, por lo menos, no acabe con todas suspendidas.

- Bueno, si lo miras por el lado positivo, las matemáticas no son tan importantes para ser maestro de parvulitos, con saber sumar dos más dos...-Le devuelve la sonrisa aunque no le haga gracia, ni si quiera sabe si llegara a ser algo en la vida, si lograra tan siquiera no morir del asco esas navidades que le traen sin cuidado.

Pero las ganas de uno por empezar ya las vacaciones, y las del otro por que se acaben, no les impide presentarse unas semanas antes de los últimos exámenes y trabajos para repartir los papelitos del amigo invisible. El último año que lo harán, siendo tradición desde primero de la ESO.

Agoney, con cara de muerto y arrastrado por su hermana, llegan los últimos, y hacen que Nerea, la que lo ha organizado todo, bufe estresada.

- Por fin chicos, va sentaros, iré pasando el bol y cogéis un papelito, si os toca a vosotros mismos lo volvéis a dejar...

Mientras explica las pocas normas, Raoul se muerde las uñas junto a su amiga Mireya. Sabe que si le toca ella, no sabrá guardar el secreto, y no quiere joder la sorpresa. Por otro lado, espera que sea ella quien le toque porque sabe exactamente lo que quiere.

Unos súper tacones.

El bol va pasando, y las risas y miradas discretas empiezan a envolver la habitación. Raoul coge el papel a la vez que Mireya, y siendo esta última la primera en leerlo, niega con la cabeza sonriente.

Raoul también lo lee, pero una mueca aparece en su rostro, haciendo que Mireya se asome, apartando un mechón rubio del tupe de su amigo.

- ¿Agoney? Estás jodido amigo.

Al otro lado de la sala, Ana salta animada al leer su papel, encontrándose con nada más y nada menos que su crush, y ha sido lo bastante stalker como para saber los gustos de Mimi, y poder elegir el regalo perfecto.

- ¿A quien te ha tocado Ago?

El canario se encoge de hombros con indiferencia.

- Me da igual, tiraré el papel en cuanto salga de aquí.

- ¿Porque? No jodas todo Agoney, habrá alguien que se quedara sin regalo.- La morena pone un gesto serio, casi triste, y Agoney suspira desdoblando el papel. Lo lee y vuelve a doblarlo.

- Me ha tocado a mí mismo Ana. Ya está.

Ana, aun sin acabar de convencerse, decide dejarlo pasar e ir a cotillear con sus amigas sobre quien les ha tocado. Agoney suspira y se peina el cabello, echando una mirada al rubito que ríe junto a su amiga.

Se lo piensa, y mucho, demasiado además. Pero algo dentro suyo le dice que no puede, que no quiere ilusionarse por nada que tenga que ver con la navidad. El año pasado lo intento, con todas sus ganas, pero nunca daban el resultado mínimamente esperado y está harto de intentar estar bien cuando claramente no lo está.

El amigo invisible (One Shot) "Ragoney" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora