1.- Damn it, Henry.

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Primero, gracias por tomarse el tiempo de empezar a leer esta fanfic. Será un poco corta, porque nació de una pequeña idea que tuve y quiero que todo sea apasionado y fugaz, quiero que se enamoren al mismo tiempo que van leyendo. Y con suerte eso pasará. Disfrutenlo.
Liz ~
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La excusa, de nuevo, era que tu artículo no es interesante. Me hacía arder de rabia y humillación como no tomaban mi trabajo enserio. Los editores y reporteros solo les importa sobre chismes, cosas terriblemente superficiales y ajenas a la realidad que Londres estaba viviendo.

Yo lo sabía. Lo sabía todo. Tenía escrito y documentando días enteros de investigación en las partes más miserables y olvidadas de Londres, donde parece que el gobierno no se asoma y los problemas van mas allá de la escasez de té. Tráfico de drogas y pobreza. ¿Por qué la revista no publicaba eso? ¿No tienen el valor de decir la verdad? ¿Por qué solo les importa que actriz esta embarazada y quien acaba de romper con su pareja? No critico los intereses de otros ni hago sentir inferior a quienes leían esas cosas, pero solo quiero un poco de reconocimiento en mi trabajo.

El editor principal me prometió tres páginas semanales solo para mis noticias y reportes. Hasta ahora no ha cumplido esa promesa, solo porque parte del trato no estaba hecho.

— Accede a una cita conmigo. —fue la única condición y ¡Boom! Exito: toda una sección de la revista para mi. Pero no pude aceptar, no podía dejarme conocer como la chica que salió con el jefe para conseguir un lugar privilegiado en la revista.

La intenciones de mi jefe, Henry Foster, no eran inapropiadas o morbosas. Él sentía una curiosidad extrema por mi determinación e inteligencia. Solo queria una cena tranquila y poder explorarme y conocer mis opiniones, según me ha dicho. Como todo hombre de negocios en sus 40 y tantos años de vida, sabe como hacer que otra persona haga su voluntad, por eso se sorprendió cuando Diane Harrenhal, la nueva e inexperta reportera, (esa soy yo, por cierto. ¡Hola!) se negó por completo a esa cena. Así que Henry se negó a publicar mi trabajo.

Ahora tengo suerte si publican lo que escribo. A veces me envía a hacer entrevistas en la calle, o nada muy serio, tal vez entrevistar al dueño de algún local de moda, cosas que sin duda no me importaban. Luego volvía a las instalaciones donde se edita la revista, entregaba la entrevista y me iba echando humos por los oídos. Y eso era cada semana. Lo único que me hace continuar con ese trabajo era la necesidad de pagar mis cuentas y mi pasión por el periodismo.

Pero algo bastante curioso paso un día en que lo último que quería era poner un pie en las instalaciones de Go Run, London.

La vibración de mi celular continuaba sin parar en mi bolsillo. Me llegaban mensajes y llamadas mientras corría por las calles de Londres intentando detener un taxi. Empecé a quedarme sin energía, lo que era peligroso para mi. Pero me reconforto sentir mi inhalador en el bolsillo de mi abrigo largo.

— ¡Ya voy en camino! ¿Cuál es la emergencia que no podía esperar a que me despertara? —dije molesta al contestar, ya dentro del taxi. Intente mirarme al espejo del retrovisor, arreglé mi flequillo y el resto de mi cabello de color cobrizo. No pude maquillarme, por las prisas.

— Debías estar aquí hace una hora. —la voz intimidante al otro lado era Julie-Ann, la asistente de Henry.

Ella y yo llevamos una relación profesional y distante, sobre todo porque ella me intimidaba. Julie-Ann era la viva imagen de la estricta organización, todo su rostro reflejaba un gesto de impaciencia. A su alrededor debe haber un orden absoluto o ella se vuelve loca. Personalmente admiro eso de ella, además de su belleza. Tenía una hermosa piel de color chocolate, cabello lleno de rebosantes rizos perfectamente recogidos en un moño sin ningún pelo fuera de lugar. Es tan alta que debo alzar la vista para mirarle, y su estilo de vestir era impecable y también algo predecible. Ella mantenía la vida de Henry en orden, porque él solo jamás podría hacerlo.

Anxious Dependecy [A Tom Hiddleston's fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora