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Su pecho dolía, cada parte de su interior estaba destrozada, como si sus costillas oprimieran cada órgano hasta perforarlo.
Quería borrar de su cabeza la escena de esos besos obscenos, el frenético frotar de sus anatomías, los chasquidos de sus lenguas, el como gemían sus nombres con tanta pasión y deseo que su estomago se sintió revolver.
Las lágrimas caían con furia sobre sus mejillas al pensar en como lo había dado todo, en como cada parte de él fue entregada ciegamente por culpa del amor, uno que nunca fue recíproco, ni una una miserable vez.
Ese día Hyunjin logró con mucho esfuerzo salir temprano de su trabajo y volver a casa con el regalo que tanto soñó darle a Woojin desde que se unieron el cuerpo y alma, un hermoso anillo de compromiso y no existía fecha más especial para dárselo que en su cumpleaños pero al entrar a su hogar sus sentidos le dijeron que algo no estaba bien y al abrir la puerta de su habitación lo comprobó.
Ahí se encontraba el hombre que creía que era el amor de su vida, desnudo, penetrando a Seungmin, su mejor amigo y teniendo el descaro de mirar al pobre pelinegro mientras aumentaba la velocidad de las embestidas que le proporcionaba al menor de los tres, "iluso" fue lo que le susurró acabando con esos dos años llenos de caricias frías, noches de angustia al no verlo volver a casa, besos toscos y un corazón iluso que creía ser amado en una cama vacía de sentimientos, terminando de romper de manera tan cruel su pobre corazón.

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