Miró a un grupo de campesinos amontonados en una de las partes del mercado y se acercó después de sujetar bien la hoz que llevaba en la mano y que había ido a comprar; vio un cartel pegado en una de las paredes de piedra y pudo leer la palabra concurso en la parte superior, por lo que no pudo evitar la ansiedad, especialmente cuando leyó cuál era la recompensa para el ganador.
Corrió por el mercado esquivando a las personas y los puestos y a pesar de sentir que le llegaba a faltar el aliento por momentos eso no detuvo su carrera guiada por el entusiasmo; había esperado tanto.
–¡Papá, mamá, han puesto un cartel sobre el concurso el día de hoy en el mercado! –dijo sin poder esconder su emoción.
–Trae acá ese entusiasmo y utilízalo para quitar las malas hierbas –dijo su padre y a pesar de que sabía que no estaba de acuerdo con su idea de dedicarse a la sastrería, tampoco le había insinuado que se negaría a que se convirtiera en un participante.
Provenía de una familia de simples agricultores, sus padres, los padres de estos y los padres de los padres se habían dedicado toda su vida al campo, por lo que si no eras una mujer -el hombre que se casara con ellas podía mantenerlas-, las únicas opciones laborales de la familia eran o ser agricultor o ser un sin hogar y bueno, él necesitaba alimentarse por lo que debía trabajar, pero arar los campos y cuidar de las tierras no le causaba la misma satisfacción que a sus padres, en especial la que le causaba a su progenitor, por lo que un día mientras iba con su madre al mercado durante su infancia, quedó maravillado cuando escuchó las historias de las personas sobre que personas comunes podían convertir un simple trozo de tela en un hermoso vestido o un elegante traje. La naturaleza tenía su propio encanto, pero el resultado siempre era el mismo, en cambio, con la tela y el hilo él podía darle forma a cualquier cosa con la que soñara.
–Deja de soñar despierto y sujeta bien esa hoz, sabes que no podemos comer hasta que terminemos de limpiar el campo.
Asintió.
Sabía que era un simple caldo de papas, pero su madre era la mejor cocinera que había conocido en su vida o quizás era porque la mayoría de los platillos que conocía eran a base de lo que sembraban, por lo que su paladar era fácil de encontentar.
–¿De verdad vas a entrar al concurso? –cuestionó su madre mientras comían.
–Claro, he estado esperando mucho para poder participar –respondió–, además, al parecer también habrá una recompensa generosa por parte de la familia real.
–Jonghoon, eres mi hijo, pero también eres un soñador, ¿acaso crees que puedes ganarles a otras personas?, con trabajo sabes sostener una aguja –comentó–, tu trabajo está en el campo, tienes manos algo pequeñas y femeninas, lo sé, pero también son fuertes.
–¡Papá! –se quejó.
–¡Sacaste las manos de tu madre!, ¿qué podemos hacer al respecto?
–Cariño, solo dale una oportunidad, Jonghoon ha estado practicando conmigo en las noches.
Rodó los ojos y bufó–. Bien, pero si pierde espero que no venga llorando –dijo– y Jonghoon, si no lo logras, quiero que te dediques al campo, mi padre se dedicaba a esto e incluso los padres de mi padre y...
–Si, si, lo sé, la familia Kim desciende de una estirpe de granjeros.
–Exacto, arar el campo y cosechar está en nuestras venas no esas cosas de hacer faldas y pantalones.
Jonghoon pensaba que su padre lo subestimaba, pero también entendía que tuviera aquella idea del campo tan arraigada cuando por décadas e incluso siglos la familia se había dedicado a lo mismo, pero esperaba poder cambiar eso.
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El sastre del rey {KyuSung}
FanfictionCada diez años la familia real organizaba un concurso en el reino para encontrar al mejor sastre y estaba dispuesto a hacer de ese su año sin importar cuanto costara.