Zayn extendió la pulsera de plata entre sus pequeñas manos, su padre se la había dado a principio de las vacaciones, haciéndole jurar que ese pequeño obsequio se lo daría a la persona la cual él estaría seguro que permanecería para toda su vida en su corazón, él ahora se lo estaba dando a Davina. Ella permanecería en su corazón por el resto de su existencia.
La niña observo la pulsera detalladamente, era tan brillante al igual que cada vez que mamá terminaba de lavaba los cubiertos en casa, la única diferencia es que de ella colgaban pequeñas figuras en forma de corazón y estrellas. Nunca había recibido un regalo tan hermoso, ni los que le traían el Santa Claus.
Davina le sonrió en forma de agradecimiento a Zayn y beso su mejilla derecha, un acto muy común de ella al momento de dar las gracias, pero esta vez era diferente, las otras veces lo había hecho por educación o la misma costumbre. Esta vez lo hacía porque en verdad le había gustado el regalo y además hace mucho había deseado besar su mejilla. Cada vez que lo intentaba el chico la apartaba con sus pequeños brazos y corría lejos de ella.
Zayn era un niño muy reservado y tímido. No le gustaba que le abrazaran o lo besaran a menos que sean sus padres, no le gustaba juntarse con otros niños, él era más creativo. Quedarse en casa pintando los libros que le compraba su madre era mucho mejor que salir a jugar con camiones de plástico.
Su papá intento muchas veces hacer que se juntara con chicos de su edad, pero era una pérdida de tiempo. Cuando le pasaban la pelota de fútbol él solo se quedaba mirando el objeto sin saber que hacer, su padre le decía que pateara la pelota, pero él la tomaba con sus mano, camina hacia su compañero de fútbol, se la pasaba y luego volvía a su lugar.
Su familia cansada de ver a Zayn sin compartir con gente de su edad decidieron hacer un viaje con sus antiguos amigos que se habían cambiado de ciudad, pero mantenían contacto por teléfono. Ellos tenían una pequeña de ocho años, la misma edad del moreno. Se llamaba Davina, una niña tierna, extrovertida, le encantaba jugar con sus muñecas de trapo, tomar el té con sus amigas y andar a todos lados con su conejito de peluche. Una niña normal como la nominaban los padres de Zayn.
Desde que la pequeña había llegado a su vida no le había causado más que alboroto en su rutina. La chica quería jugar con él, tomarle la mano, hacer castillos de arena juntos, todo lo que un niño normal debe hacer y él no quería hacerlo.
Zayn no era un chico agresivo, pero Davina al principio lo obligo a hacerlo. La primera vez que la conoció tuvo que darle un empujón para que no le besara en la mejilla, pero ahora eso no le importaba, por él, que la pequeña no lo soltara nunca, pero las vacaciones se estaban acabando y quedaban solo dos días para decir adiós.
Ninguno de los dos quería despedirse, habían aprendido a convivir juntos, se sabían de memoria las manías del otro, que podían hacer y que no, como actuaban cuando se enojaban, que les daba miedo, hasta sus propias alergias.
-¿Te ayudo a ponértela?- le pregunto Zayn a la pequeña que llevaba todo ese rato sin poder abrocharse bien la pulsera. Davina, asistió con la cabeza avergonzada.
-Es muy linda, me gusta, de verdad- sonrió otra vez más feliz que nunca, las mejillas de Zayn se tiñeron de un color rojizo, él agradeció de que fuera de noche, de no ser así tendría que haber salido corriendo para que la chica no lo viera en ese estado.
-¿Por el dedo mequiñe?- Davina soltó una pequeña carcajada inocentemente, para ella cuando uno decía la verdad tenía que jurarlo con el dedo meñique, si no lo hacía estaba mintiendo. Una manía que Zayn había aprendido de la pequeña.
-Por el dedo meñique- contesto levantando su pequeño dedo y entrelazándolo con el del chico. Zayn sonrió mostrando todos sus dientes, bueno, todos menos el frontal derecho, hace poco se le había caído.
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Mi primer amor «Z.M» √
Fanfiction¿Te recuerdas esa vez, nuestras primera y última vacaciones juntos, en donde me regalaste algo? Si, era una cadena de plata, de ella colgaban figuritas de corazones y estrellas. Se que nunca dijiste nada cuando me la entregaste, pero en el momento...