Capítulo 1

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Me desperté y sentí un dolor tremendo en el hombro derecho,además de sentir la luz golpearme dejándome ciega.

En cuanto pude abrir los ojos y vi una habitación en la que relucía el color blanco, tuve un recuerdo cercano. Recordé la nieve, como lo cubría todo como nos provocó...

Y en ese momento empecé a gritar como loca.

Quería saber dónde estaban mis padres, saber si estaban bien y de repente una señora de mediana edad con cara de pocos amigos pero a la vez cariñosa se acercó a mí y me tranquilizó.

- Tranquila deberías descansar no estás con fuerzas para levantarte.

- Dónde estoy?- pregunté después de incorporarme en la camilla sin hacer caso a su advertencia. Sentí un ligero mareo pero me interpuse ante ello y me senté.

- Lo que sucedió ayer fue un duro golpe y debes descansar.- volvió a insistir en que me tumbara. Pero no lo hacía por mi bienestar sino para que cuando recibiera la peor noticia de mi vida no me cayera del impacto. Me empujó los hombros hacia atrás y consiguió tumbarme.

Yo seguía sin hablar pero ella si lo hizo.

- Tienes que saber algo.- Su cara no fue precisamente la de una noticia que me alegraría el día sino todo lo contrario. -Tus padre fallecieron.-

Y así con esa seca y corta frase mi vida se derrumbó

******

Llevaba todo el día llorando , recordando el accidente de la noche anterior.

Yo estaba sentada en el asiento de atrás y mi padre iba al volante junto a mi madre que iba de copiloto.

De repente empezó a nevar con más fuerza y mi padre bajó la velocidad del coche. Quedaba poco para llegar a la ciudad después de volver del viaje que me regalaron por mi cumpleaños. Ese día volvíamos para ir a cenar y soplar las velas en el restaurante más lujoso de la ciudad. Ese era el regalo final.

Íbamos un poco retrasados por la tormenta de nieve que caía y en cuanto paró un poco la intensidad de esta volvimos a coger velocidad. Eso fue un error ya que el suelo resbalaba, pero eso no fue la causa del accidente sino la de un ciervo que pasaba por allí. Mi padre freno rápidamente pero fue en vano.

No llegamos al chocar con el animal pero si con un árbol.

Si, parece un simple accidente que no tendría que acabar con ninguna vida, no como esos de coches que explota la ruedan, solo fue un choque y a pesar de ello se llevó a las personas más importantes de mi vida.

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Por si no era suficiente tuve que aguantar el pésame de toda mi familia.

Los primeros que me visitaron esa mañana después de pasar toda la noche llena de tubos y máquinas haciéndome pruebas interminables (claramente a pesar de que yo estaba perfectamente con excepción del hombro), fueron el hermano de mi padre con su mujer y sus tres trillizas.

Si igual que las que salen en las películas, con sus vestidos a juego y sus bailarinas.

Esos tres pequeños demonios son insoportables pero cuando entraron a la habitación tenían una expresión en su rostro que nunca había visto, que yo recuerde.

Su padre sostenía un ramo de flores y la más pequeña de ellas un oso de peluche. Se acomodaron en los asientos y empezaron a charlar durante media hora más o menos.

Si no existiesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora