Aureum

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El sol brilla con más intensidad que nunca sobre el cielo de Roma que está pleno auge del Imperio Romano.Miriam se dispone a vestirse con ayuda de sus sirvientas para acudir a los Ludi Florae que hoy se celebran en honor a la diosa Flora.

Elije una toga de color azul vibrante.Y dos de sus sirvientas la ayudan a colocarsela.Las chicas observan que la chica tiene algunas heridas y moratones en el cuerpo pero no se sorprenden porque ya lo han visto en otras ocasiones.

Otras dos le ayudan a ponerse las sandalias y mira a una de ellas con ternura. La chica de pelo castaño y rizado lo lleva recogido con unas cintas de color rojo, sus ropajes mucho menos lujosos que los suyos son de color marrón y beige.Tendrá unos pocos años menos que ella.

Lleva un tiempo observándola, cada vez que le ayuda a vestirse aparta la mirada y se sonroja y aunque habla poco con ella la chica parece que siempre está distante y eso le crea todavía
más confusión.Quiere saber que hay en su cabeza, descubrir más cosas de ella.

La mira y esta sigue entrelazando las tiras de sus sandalias hasta que nota la mirada de la chica y levanta la vista.Se sonroja y aparta la vista otra vez fija en sus zapatos.

Miriam ordena que se marchen pero retiene a la chica castaña.

-Espera, tú, quédate un momento- dice Miriam con autoridad

La chica traga saliva y espera, asustada.Las otros chicas salen de la habitación cuchicheando.

-Ven, no te quedes ahí parada, ayúdame a cepillarme el pelo y hacerme un recogido

La chica avanza poco a poco y mientras la otra se sienta en una banqueta frente al espejo y le pasa un peine, esta lo coge y cepilla su rubia cabellera. Se detiene a observarla y piensa 'Es tan dorada como el Sol que nos guarda'

-¿Cómo te llamas?- pregunta Miriam curiosa mientras mira a la chica a través del espejo

-A.... Amaia

-Que curioso nombre, nunca lo había escuchado, es.... original

-No es romano, el nombre, soy de Hispania

-Así que tenemos a una íbera entre nosotros

La chica asiente, no había escuchado el término íbero nunca pero supone que se refiere a su tierra.

-Verás, te voy a contar un secreto-dice guiñándole el ojo- yo tampoco soy romana al cien por cien, mi padre, Augusto conoció a Galya,mi madre, una ciudadana griega, en uno de sus viajes a Atenas.La verdad es que nunca la conocí porque mi padre me trajo aquí con su esposa y me criaron ellos.

-Así que ambas somos forasteras

-Ahá, ¿Y cuéntame, cómo llegaste tú a Roma?

-Supongo que fue cuando unos solados nos invadieron. Yo trabajaba en el campo con mis padres, pero un día llegaron y me trajeron hasta aquí- Amaia empieza a notar su corazón acelerado y empieza a sudar, lo ha dicho sin pensar y tiene miedo de que le caiga algún castigo por ello

-Eso es horrible- dice Miriam tapándose la boca- ¿Y tu marido? ¿Se quedó allí?

-Iba a casarme en unos meses, ya estaba todo arreglado pero ni siquiera conocía al chico sólo sé que se llamaba Alfredo

-¿Y no te entristece ya no casarte?

-Sinceramente, no es lo que yo quería,además aquí tampoco se está tan mal, tanto usted cómo el señor me tratan bien

-La verdad es que tuviste suerte- dice acariciando la mano con la que sujeta el cepillo

La chica se sonroja y le sonríe.

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