Amor eterno.

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Inserta la llave en la cerradura. Sus manos heladas le hacen temblar y saber lo tarde que es, solo provoca que esté refunfuñando como un niño pequeño. Tiene los dedos bastante congelados, el tan solo un simple movimiento, duelen un poco. Jimin está desesperado por entrar a su acogedor hogar.

Entonces despidiéndose del exterior, del frío y aquella preciosa luna que se mostraba en el cielo, abrió la puerta de su casa para poder estar bajo su cálido techo. Fue recibido por el rico aroma del incienso, que obviamente, su pareja había colocado hace unas horas, pero aún así el olor seguía rondando por la casa, dando un glorioso saludo, haciéndole inhalar con euforia. Fue una agradable bienvenida para Jimin, quien incluso le dolía su pequeña nariz por los frías ventiscas que golpearon su rostro después de salir del trabajo.

Jimin trató de ser lo más silencioso que pudo, pensaba no prender la luz, pero una vez que hizo ese capricho había terminado cayéndose y botando un jarrón que le regaló su madre cuando recién llevaba una semana luego de la mudanza, la explicación que dió solo le hizo morir de vergüenza. Sin contar que la señora Park le había estado ignorado por semanas y como había aprendido hace poco el usar bastante bien sus redes sociales, no faltó la publicación donde decía que estaba indignada del precioso hijo que tuvo, aunque solo fue una exageración por parte de ella y algo que al pequeño Jimin le ocasiono bastante estrés. Así que no queriendo repetir el fatídico error del pasado, prendió la luz luego cerrar la puerta y colocar el seguro nuevamente.

Cuando la luz iluminó el pequeño y muy acoger living que tenía, hizo que en su corazón brotara el orgullo de haber comprado cada mueble con sus propios ahorros y también veía cada una que otra cosa de su novio, haciendo que el pecho se elevara en felicidad. Luego, su vista se fue nadando con lentitud hacia la mesa del comedor.

—¡Jimin, ya volviste!

Jimin saltó por el grito lleno de emoción que soltó un precioso muchacho con una mirada llena de cariño hacia el recién llegado.

El susto pasó rápido, porque la imagen hizo que sintiera algo cálido por todo su cuerpo. Jeongguk estaba con el cabello desordenado y mejillas un poco hinchadas, incluso sus ojos llenos de ternura estaban parpadeando por la luz, y tratando de que no se notara mucho, se limpió la barbilla por aquel fino camino de saliva que se escapó de él. Se había quedado dormido en la silla del comedor, esperándole. 

—Hey, bebé grande —Jimin sonríe con tanta alegría que sus ojitos logran desaparecer—. ¿Por qué no estás en la cama?

—Porque deseaba tenerte a mi lado —se incorpora para mover su cuello y logrando que sonara tal cual como una galleta siendo mordida, luego, el sonido ya no proviene de ese lugar, sino de la espalda. Jeongguk suelta un gemido lastimero. Ahora le dolía el cuerpo y se estaba haciendo un pequeño masaje en la parte baja de la espalda—. No puedo descansar o quedarme tranquilo si sé que no estás... aquí, conmigo.

—Kook —solamente puede caminar hacia él y revolver la rebelde cabellera de su novio—. No es necesario que me esperes aquí, puedes hacerlo estando calentito y muy cómodo en la cama. 

—Oblígame —logrando moverse tan rápido como un ninja, abraza a Jimin, escondiendo todo su rostro en el abdomen vestido del mayor—. Ah... estás tan frío... —murmura aún no estando en sus cinco sentidos. El sueño le hace reaccionar lento, como un tierno perezoso.

—Pues sí —Jimin no puede evitar acariciar el suave cabello de su novio, estando enternecido por la vista que tiene—. He trabajado hasta tarde y ya estamos en invierno... las noches son muy frías obviamente —ríe cuando escucha al menor quejarse y abrazándole con más ganas.

—Son frías y bastantes tristes si es que estás solo —murmura contra la tela que usa el más bajito. Se queda un rato en silencio, hasta que decide levantar la cabeza y mirar esos preciosos ojos que le cautivaron en el primer momento en que hizo contacto con ellos—. Pero yo no estoy triste en las noches de invierno porque estás aquí, para mí... y yo para ti.

AZAHAR 
橙花 kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora