28 de diciembre de 2019, 5:35 pm
Marienplatz
Múnich, AlemaniaEl tacto de los dedos del hombre alrededor de su muñeca le ayudó a regresar a tierra. Por un momento Franziska se había perdido completamente en sus pensamientos y no supo decir a ciencia cierta si se debía a los inesperados copos de nieve que comenzaban a posársele en los hombros o la cantidad de recuerdos que le traía el caminar por el centro de Múnich en aquella época: las fachadas de las tiendas iluminadas, las familias comprando regalos, los turistas tomándose fotografías y las parejas paseando juntas. Era como si estuviese viviendo en un continuo déjà vú.
-¿Estás bien? –le preguntó Miles Edgeworth, envuelto en una gruesa bufanda color vino y un gabán negro que le llegaba a las rodillas. Sus ojos brillaban detrás de los cristales de sus gafas y aunque Franziska todavía no lograba acostumbrarse a verlo con ellas puestas, tenía que reconocer que le daban un aire mucho más interesante.
-Sí –asintió y dejó que él entrelazara sus dedos con los suyos
Siguieron caminando por la Marienplatz mientras el sol, oculto tras las nubes, comenzaba a ponerse y la sutil nevada formaba una capa irregular sobre el suelo de la plaza, como si alguien hubiese espolvoreado toda la ciudad con un poco de azúcar.
El ambiente festivo se palpaba en el aire gracias a las risas de los niños y el aroma a chocolate caliente que emanaba de las cafeterías. La Navidad había pasado hacía apenas un par de días pero aún quedaba por delante la víspera de año nuevo y con ella la llegada del 2020, el cual le daría cierre a una época que para Franziska había sido bastante difícil.
(Y para él seguro que también lo fue), se dijo mientras echaba una mirada furtiva hacia al hombre que la acompañaba.
No hacía ni treinta días que Miles Edgeworth había sido ascendido a fiscal jefe, aumentando con esto la carga de sus responsabilidades y el montón de subordinados. En abril, Phoenix Wright había perdido su distintivo de abogado y el fiscal llevaba meses haciendo hasta lo imposible para que éste lo recuperase, ya que estaba convencido de que había sido algo injusto, por mucho que Franziska pusiese dudas sobre el asunto.
Por su lado, la joven fiscal había estado llena de trabajo y los altos cargos de la Interpol parecían empecinados en asignarle los casos más complicados, como si fuesen conscientes de lo mucho que quería pasar tiempo con su novio. Era algo que anhelaba tanto que Franziska había alcanzado un punto en el que su necesidad de estar Miles había superado su obsesión por el trabajo.
Pero por alguna razón, ahora que por fin estaba caminando a su lado, no podía darse el lujo de tranquilizarse y disfrutar. El lugar la abrumaba y las reminiscencias la atacaban como fantasmas que volvían del pasado los cuales creía hacía bastante tiempo había logrado enterrar.
Visitar aquella plaza había sido una mala idea pero él había insistido.
La pareja se detuvo a los pies del mítico monumento central que representaba a la virgen María. La figura dorada en la cúspide parecía brillar por sí misma con el reflejo de las luces y los copos de nieve. Franziska sintió un escalofrío al darse cuenta de que se le removían muchísimas cosas; recordó cuando su padre solía cargarla en hombros por aquel mismo sitio en Noche Vieja para asistir al espectáculo de fuegos artificiales. Le pareció sentir los dejos del perfume de su madre cuando ésta la abrazó un veinticinco de diciembre frente a esa misma virgen, siendo aquella la última Navidad que pasaron juntas. También sintió que volvía a vivir la primera nochebuena que Miles pasaba con los von Karma, y la tristeza que él tenía plasmada en la cara, tan inmensa que fue capaz de impresionar a la niña que era esa época.
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Los fantasmas de Múnich
FanfictionUn par de días después de Navidad, Miles lleva a Franziska al centro de Múnich. Las reminiscencias la apabullan y el fiscal general intentará hacerle entender que, después de muchos años, finalmente han logrado vencer a los fantasmas del pasado.