Parte 1 Sin Título

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Un nuevo año de clases, nuevos amigos, nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevas materias, nueva aula, nuevo banco, nuevos amores, nuevas desilusiones, nuevas oportunidades, nuevas vivencias, un nuevo ser en evolución. Esas son palabras que la mayoría de la gente suele decir cuando piensan en un nuevo año escolar, en un nuevo rutinario y monótono año escolar. Pero desgraciadamente no todos tienen la misma suerte o por lo menos ese no fue nuestro caso.

Ese día no pude dormir, no podía dejar de pensar en que me iría y que a partir de ese momento mi vida seria completamente diferente.

La húmedad por lluvia de la ciudad, el fresco clima de agosto, el denso humo que salían de los pulmones del remisero, sumado a la melancólica atmosfera en el ambiente, hacían que el viaje rumbo al aeropuerto se sintiera como el principio de cualquier novela detectivesca ambientada en los 60. Mi incomodidad no se hizo notar y a pesar de la lluvia, abrí la ventana del auto. Noté la molesta mirada de mi padre por el retrovisor, pero decidí apoyar el brazo en la ventana abierta de todos modos.

Llegamos 3 horas antes del vuelo, 3 horas de incomodidad en las que tendría que administrar la batería de mi celular y en cualquier momento hablar con mi papá. Una vez sentado en la sala de espera, escuchando música, comencé a ver a la gente ir y venir de un lado a otro. La gente caminaba apurada ignorando al resto del mundo por la hora de su vuelo, por una botella de agua o por la búsqueda del baño más cercano. Algunos iban con maletas enormes, otros iban con un equipaje liviano. Algunos iban con sus hijos, mientras que otros iban solos o en parejas. Se destacaban por sus ostentosas ropas, como la señora ala que se le había caído su boina bordo, u otros, simplemente, destacaban por la sencillez de su vestuario, como lo hacían la mayoria de mochileros. Entre esa manada de gente dos rostros se me hicieron familiares. Miraban desesperadamente de izquierda a derecha buscando algo o a alguien. Mientras mas se acercaban más reconocibles se volvían. Se trataba de mis abuelos. Cuando logre hacer contacto visual con ellos comenzaron a correr a nuestra dirección. Papá noto los bruscos pasos que sobresalían de entre los demás y vio los desesperados rostros de mis abuelos que se dirían a nosotros. Se levanto de una manera violenta, pero a la vez calmada dirigiéndose a ellos. Trate de ir pero me pidió por favor que me quedase en mi asiento. Por alguna razón le hice caso y me quede en aquel lugar mientras presenciaba una discreta discusión.

-Agradezco al cielo de que haya venido 6 horas antes de la engañosa hora de vuelo que me diste- dice mi abuela mientras le pegaba una cachetada a mi padre.- ¿Como pudiste hacerlo? Deberia darte vergüenza. Dijo mientras abofeteaba su brazo derecho.

-Liliana. Yo se porque estas aca y no me gusta nada lo que me vas a pedir.

-Te lo pido por favor, Gustavo. Déjame hablar con él. Es una locura lo que estas haciendo. No le podes hacer eso al nene. ¿No vez que huir nunca es una salida?- dijo mientras volteo a verme.- Mira, hagamos una cosa, vos decime cuanto te salió el pasaje y yo te lo pago, pero déjame llevarlo a casa, por lo menos hasta que termine este año. Después él ve si quiere o no irse con vos. Déjalo

elegir.

-Vos estas ahora decidiendo por él, por favor, date cuenta de lo que decís, Lili.

-No me la estas dejando fácil. Te estas llevando a mi único nieto. No me hagas esto, te lo pido por favor.

-Lili, es mi hijo y yo se que le conviene. Que me vengas a hacer una escena dramática no ayuda en nada. Si te parece se pueden despedir, pero te pido por favor de que no le estés insinuando nada.

No era necesario que lo hagan. los notables alaridos que hacían al contestarse me dejo mas que claro cual era la postura de ambos. Se acercaron los tres a donde yo estaba.

- ¡Hola, Juli! -dijeron los abuelos entre lágrimas. - ¿Te acordas de ese teléfono bonito que vimos por la tele el otro día? Toma, es para vos, para que me llames todos los días. - dijo entre lágrimas mi abuela mientras me entregaba el celular.

-No es necesar...-

- Te lo llevas y punto, además yo no sé cómo se utilizan esos aparatos. Recordas que siempre que quieras venirte de vuelta voy a estar yo para pagarte el boleto y esperarte en el avión.

El tiempo, esperando la salida del avión, demoraba una eternidad. Había sido lindo la llegada inesperada de los abuelos, pero, poco a poco, se volvió un poco pesada y tediosa. Los constantes ataques de abrazos de los abuelos, el repentino llanto de mi abuela, los innecesarios consejos del abuelo, los notables quejidos por parte de mi padre ante dicho cariño, hacían que constantemente vaya al baño o a caminar por ahí para despegar la mente y escapar de dicha espantosa situación de afecto.

Cuando por fin llamaron a todos los pasajeros del vuelo numero 081 volvieron los llantos de mi abuela. Esta seria la ultima vez que nos volveríamos a ver hasta quien sabe que otro día y eso, mas los llantos de los dos, me puso un poco nostálgico. No llore, pero si quise hacerlo. En la salada de embarque me dedique a escuchar música y a observa a los demás pasajeros mientras mi papá leía un libro. Con la música que retumbaba en mis oídos y sin que me moleste nadie, hacia que la espera del vuelo no se sintiese. Cuando menos lo esperé ya me encontraba en el asiento L 27, el de la ventana, al lado de mi padre que seguía leyendo el mismo libro.

Nuestros SecretosWhere stories live. Discover now