Parte sin título 2

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15 de agosto del 2016

El alba nos recibió con los primeros destellos de luz cuando el avión aterrizó en aquella lejana ciudad. No lo considere un buen augurio, sencillamente era la naturaleza actuando.

Una vez fuera del aeropuerto empecé a sentir los efectos del sol. El día estaba caluroso y la intenta luminosidad segaba mi vista, a causa de eso me había despistado y perdí de vista a mi papá hasta que escuche su voz.

-¡Mariano! ¿Qué haces acá? Pensé que nos veríamos allá.- exclamó mi papá.

-No podía esperar, la espera se me hacía eterna. A demás tenía que hacer un par de cosas aquí y preferí matar dos pájaros de un tiro.-dijo aquel hombre mientras abraza a mi papá.- ¡Y vos debes de ser Julián! ¡Qué grande que estas!- dijo mientras me abrazaba.

Al principio no me di cuenta. Tarde en hacerlo pero le devolví el abrazo cuando lo hice. Lo cierto es que no me acordaba mucho del abuelo. La última vez que lo vi en persona habré tenido 8 o 9 años, después de eso solo lo saludaba por los videos llamados que mantenía con mi papá. Por ese motivo no éramos cercanos, además él tenía su otra familia, bueno, antes de aquel accidente.

-¡Bienvenidos a España!- dijo mientras nos abrazaba.

Conocida como La Capital o La villa por los españoles, Madrid desprendía belleza por todas sus calles. Era grande, quizás igual que Buenos Aires, presentaba algunas muchas similitudes con esta, a decir verdad, andar por algunas de estas calles daban la impresión de estar en caminado por San Telmo. El barroquismo y el neo clasismo de algunos edificios derrumbaban por completo la visión que yo tenía de esta ciudad ya que esperaba encontrarme con una ciudad más arraigada a aquel legado árabe que tuvo durante la ocupación musulmana. El abuelo me dijo que lo más parecido a lo que yo pensaba era Andalucía, al sur del país.

Visitamos los puntos más referentes de Madrid, donde me topé con el enorme contraste entre los alrededores de la plaza mayor, la catedral de la Almudena, el palacio real de Madrid, la puerta de Alcalá, El museo del Prado y las modernísimas 4 Torres; simplemente fue como viajar en el tiempo.

-Bueno, no me molestaría vivir en Madrid después de todo.-dije mientras admiraba la belleza del parque del Retiro. Las risas de mi padre y de mi abuelo se hicieron presente, inundándome en un desentendimiento.- ¿Acaso dije algo malo?-dije con una matiz de ironía.

-Lo que pasa es que yo no vivo en esta ciudad, vivo al norte, en el País Vasco.-respondió el abuelo.

-Y eso es otro país ¿o...?

-No. Es parte de España. Una comunidad autónoma más.- respondió mientras se levantaba.- Bueno, parece que ya es un poco tarde. Será mejor que vayamos a cenar ahora. Conozco una pizzería cerca de acá que prepara las mejores pizzas de España.

La repentina decepción que sentí al enterarme que no viviría en Madrid, y en lugar de eso, viviría en un extraño lugar que llevaba por nombre País Vasco, desapareció al instante cuando di el primer bocado a esa deliciosa porción de pizza. Mi expresión de deleite fue tal que el abuelo se rio de mí.

-¿Que les dije? ¡Las mejores!-dijo mientras ordenaba otra.

El abuelo quería conducir esa misma noche hasta su ciudad pero era notable que se estuviera exigiendo de más, el cansancio no solo se le notaba en la cara, sino también en su vago andar. Por suerte papá lo convenció en descansar en algún hotel y partir mañana por la mañana.

16 de agosto del 2016

Entre 5 o 6 horas por carretera son las que distancia Madrid de País Vasco. Quizás allá sido por su similitud con Buenos Aires que creí sentirme cómodo en aquella ciudad, lo cierto era que ni siquiera en Buenos Aires lo estaba.

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⏰ Last updated: Jan 28, 2019 ⏰

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