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Luisana se miró al espejo por enésima vez, observando cada pequeña cicatriz que adornaba su redondo rostro. Ignoró por completo sus ojos marrones claros y pequeños, también ignoro sus labios rojos profundos, tan solo se concentro en las heridas que poseía. Intentó no dejar caer alguna gota de lágrima, mas fue en vano porque una gota se derramó con violencia por su rostro. Se repitió a sí misma que todo pasaría, que saldría adelante y sobretodo, que alcanzaría el mejor futuro para su vida.. aunque por dentro ella se sentía muy insegura. Insegura sobre su ansiada meta pues no creía poder lograrlo. La inseguridad otra vez abrió paso por su vida, acechándola a partir de ese instante.

Recogiendo su larga cabellera negra en una coleta, suspiró con cansancio y se dirigió a la sala de estar donde nadie habitaba porque en ese día (como en muchos otros) ella estaba totalmente sola. Quiso 'desayunar', sin embargo solo se sirvió una taza de café para hacer menos cargada su mañana. Mientras iba caminando, las diversas melodías de Lana del Rey bendecían sus oídos.

Árboles frondosos y verdes se asomaban por su vista, brindando tranquilidad a aquel lugar que solía ser su parque favorito. Caminó por las frías calles de invierno de Lima, en especifico, de Surco. Mientras sus pasos iban avanzando con calma, recordó los buenos momentos que dicho parque le brindó en la niñez, los cuales no valoró por nada del mundo. Recordó con melancolía los paseos con sus padres, hasta recordó a su pequeño perro no tan pequeño Draco, un perro de raza gran Danés. Todo era paz, todo era tranquilidad hasta que la felicidad se esfumó por completo de su vida.

Sus padres parecieron no congeniar más, logrando su separación, acabando así con la perfección que se decía ambos poseían al estar juntos. Acabaron con la fachada de la pareja perfecta, cerraron una etapa de años y pese a que dijeron entre ellos que era una separación cordial, jamás se volvieron a hablar. Olvidaron un pequeño detalle, su pequeña Luisana, dejándola con los abuelos y con promesas de un retorno que no llegaron. 

Luisana iba tan ensimismada en sus recuerdos que no detalló en una mano que hacía presión con  fuerza moderada en su hombro derecho.

Volteó y vio a dos personas. Eran nada más y nada menos que los hermanos García Rojas, pertenecientes a la familia más poderosa de todo el vecindario. Mientras una, Sofía, vivía haciéndole la vida imposible sin una razón aparente, el otro por su parte solo mostraba indiferencia cada vez que se cruzaban por decisión del destino o por las ganas de molestar por parte de su hermana mayor. Sí, Dante a primera vista parecía ser un chico que solo quería dejar el tiempo correr por su vida, parecía no tener meta alguna. Muchos en el colegio lo admiraban por todo lo que hacía, las muchachas en específico se le acercaban por lo bello que era, por lo bello que sus ojos verdes eran a la luz del sol o por lo intimidante que su presencia era cada vez que sus carnosos labios soltaban una palabra, aunque Luisana sabía muy bien que la mayoría de halagos eran por conveniencia. 

Mordió su labio inferior con nerviosismo, mirando por fracción de segundos sus ojos esmeralda, no obstante bajó la mirada con rapidez cuando éste detalló en ella. La burbuja se rompió violentamente cuando Sofía hizo acto de presencia mediante una mueca cargada de odio, toda dirigida a la pobre muchacha de ojos marrones. Luisana siempre pensó que Sofía la odiaba por el acné que tenía o quizá por su manera no tan moderna de vestir. En general, no estaba muy segura del porqué de su odio, de lo único que estaba muy segura era que jamás se cansaría de hacerle la vida imposible.

 —Mira hermanito, qué casualidad la de hoy. Es un placer para mí haberme encontrado con la cerda más grande de todo Surco. ¿Cómo amaneciste hoy, rojita?— Preguntó ella con su característico tono burlón aguantando soltar una sonora carcajada para reírse en su cara.

  —¿Qué quieres ahora, Sofía?— Respondió Luisana pese a su gran temor, queriendo fingir valentía. Queriendo fingir que todo marchaba bien, como si su comentario no le hubiera destrozado interiormente. 

  —Solo paseaba por aquí en este soleado sábado y vine para hacerte el favor de decirte lo patética que eres, primor. ¿No es así, Dante?—Dedicó toda su vista a ella mientras acariciaba sus largas y cuidadas uñas.

  —Creo que estamos perdiendo el tiempo. Vámonos de una vez, por favor.—Dijo en modo de respuesta, volviendo a posar sus ojos sobre Luisana. Otra vez ella no pudo identificar algún tipo de emoción en sus facciones. 

Sofía asintió burlona, dando un toque medio brusco contra la cabeza de Luisana para después avanzar con sus largos tacones rojos, los cuales hacían un gran sonido. Ante la partida de los muchachos, ella pudo respirar con más calma. Pero un detalle la tuvo pensando. Y sí, ese pequeño detalle tiene nombre y apellido; Dante García Rojas. No pudo evitar pensar en el misterio de su vida, en la forma tan rara que le miraba, aunque la mayoría de veces solo suele ser frío. Luisana se preguntó qué sería ser su amiga, no obstante se dijo a sí misma que tenía problemas muchos más grandes como para pensar en la actitud de un chico bello y a la vez tan raro.

  ***

El tiempo voló con rapidez, llegando así el día menos deseado para un escolar; lunes. Luisana odiaba los lunes con su vida, odiaba ingresar a un mundo lleno, mayormente, de superficialidades como lo era el colegio. Odiaba con su vida entrar a la escuela, pero amaba cuando el toque del timbre de la salida sonaba a las 3:00 p.m. Ese día no fue la excepción, se sintió agotada y con ganas de tirarse a su cama para tomar una larga siesta. El saludo de su amiga Karina le hizo salir de sus profundos sentimientos de odio hacia la escuela, en vez de eso se dedicó a sonreírle verdaderamente.

  —¡Kari!— Corrió a abrazarla, sin duda la había extrañado. Karina era su única verdadera amiga y no es que fuera una chica que sea odiada por todo el mundo, solo sucedía que era muy difícil en sus tiempos encontrar amistades que de verdad valgan la pena.

 — También yo, Lu. Más bien vine para decirte algo interesante—

—¿Qué pasó?—La curiosidad se asomó por su cuerpo, queriendo saber a fondo qué tenía para decirle su rubia amiga.

Estaba mirándola con intriga, hasta que la presencia de los hermanos García se robó la atención de ambas. Sofía caminaba con elegancia, mientras que Dante parecía ignorar al mundo entero. Pasaron por el costado de ambas, pero antes de que Luisana puede sentirse completamente segura, Sofía volteó para sujetarle de los cachetes con fuerza.

 —Mi querida amiga, ¡qué bella estás hoy!—Guiñó el ojo y le sonrió con falsedad. —Me encantada tu peinado de hoy, si que tienes un buen estilista— 

Luisana se tocó la coleta desaliñada que traía y trató de apartarse, fracasando en el intento. Pero para felicidad de ella, la mayor de los García avanzó para alcanzar al impaciente Dante, que hoy pareció no querer intercambiar mirada alguna con la muchacha, como solían hacerlo comúnmente.

  —Agh la odio, ¿cómo no puedes sacarle su m**rda de una vez por todas? Se lo merece la maldita—Rodó los ojos, sosteniéndole por los hombros para hacerle entrar en razón, pero como siempre, ella solo agachó la cabeza.

Karina negó, sin embargo, le acompaño hasta su salón de clases para dar inicio a su día de colegio.

    ***   

 Lunes por la tarde y Luisana moría de sed, por lo tanto se dirigió a la cafetería. Para llegar al lugar que deseaba tuvo que pasar por la cancha de deporte donde los hombres practicaban fútbol. Todo iba tan normal hasta que Pablo, ex de Sofía, le sujetó de la mano.Ella lo miro con extrañeza y se resistió a donde sea que le quería llevar, pero él la ignoro por completo.

     —Vamos z*rra, sé que quieres ir conmigo— Le dijo queriéndole llevar al baño.

Ella empezó a sentirse mal, empezó a incomodarse pero parecía que el muchacho grande no le importaba en lo absoluto, solo quería molestarle. Estaba a punto de gritar o pegarla por la desesperación que se inició en ella porque quizá y él quería abusarla, pero vio que a lo lejos un balón avanzaba con velocidad. Y no, ella no fue el objetivo, todo lo contrario sucedió. La pelota estalló en la cara de Pablo, logrando que entre en furia y quiera atacar al culpable, mas al ver quien fue decidió irse como todo un cobarde.

Todos temían a los García, aún así sea el menor.

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⏰ Last updated: Dec 30, 2018 ⏰

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Belleza imperfectaWhere stories live. Discover now