Respiré agitadamente antes de empezar a correr otra vez, afianzando el maletín a mi espalda, estaban detrás de mí, los sentía. Me metí entre las pequeñas calles, repletas de personas del estrato tres intentado perder de vista a los soldados de Marcus.
Llevaba meses huyendo, desde que cumplí los diecisiete y descubrí que estaba infectada. Me la había pasado de calle en calle, buscando y rebuscando hospedaje.
Me escurrí por entre uno de los callejones repletos de basura mientras escuchaba disparos. Salté un muro y caí al otro lado para seguir huyendo.
Tenía que salir de la zona poblada e internarme en los bosques. Allí estaría segura.
Me metí dentro de uno de los malos restaurantes que había en las calles, haciendo un desastre con las mesas y sillas que tumbé para retrasar más a los guardias. Salí por la parte trasera del local, miré a mi alrededor para saber que vía tomar.
Tienen que saber algo. El mundo es una mierda. Cada sector está dividido y separado el uno del otro. Hay grandes muros de piedra y metal custodiados por guardias. ¿Por qué? Por qué se quiere mostrar quien tiene el poder. ¿para qué? Para mantener la dictadura, la esclavitud.
Me faltaban aproximadamente dos calles para llegar al alambrado que me llevaba al bosque. Estaba prohibido acercarse al alambrado, tenía una potencia de corriente muy alta. Nada que yo no pudiese controlar.
Esquive algunas balas que me eran disparadas. Podía sentir su trayectoria, sabía dónde iban a caer y a donde se dirigían; las sentía.
El sector tres era un laberinto. No había calles establecidas, las casas hechas de cartón, metal y algunos residuos que sobraban de las plantas de trabajo, estaban puestas sin orden alguno.
- ¡Se dirige al alambrado! – escuché gritar a uno de los hombres detrás
Me escurrí entre dos pequeñas chozas llenas de algunas personas para luego cruzar y entrar a otra calle. Allí en frente estaba el alambrado, yendo de forma recta por todo el sector tres hasta el final del sector dos, así de grande era el bosque.
Tenía que concentrarme en las partículas del alambrado, en la cantidad de energía que había y en sus hondas. Suspire impaciente intentando hacer que la corriente se cortara en un pequeño sector del alambrado para poder saltarlo.
- Por favor, por favor, por favor – extendí mis manos, cerré mis ojos y entonces las sentí. Todas y cada una de las hondas de movimiento y energía que cargaba el alambrado. Tome una calada de aire y me imagine separando esas hondas, esas partículas unas de otras dejando un tramo libre de cualquier tipo de electricidad.
- ¡Allí esta! – pude ver a un soldado apuntándome con un arma.
Hice un esfuerzo gigante en mantener aquella separación de energía hasta cruzar, cuando estuve al otro lado dejé que la energía volviera a juntarse impidiendo que los guardias me alcanzaran.
- ¡Dios quiera que un perro los muerda! – grité mientras me alejaba corriendo con alegría. De todas formas, si disparaban muy difícilmente la bala llegaría a mí.
Me interné en el bosque, dando media vuelta de vez en cuando para comprobar que no me seguían; iba tan distraída que tropecé y caí al suelo de cara.
- ¡Rayos! - me quejé haciendo una mueca y sacando algo de tierra de mi boca – genial, ya cené – con cuidado me senté y limpié mis brazos
- ¿Estás bien? – todo mi cuerpo se tensiono en cuanto escuche esa voz. En frente mío había un hombrecito, y digo hombrecito por que realmente estaba muy alto y corpulento para la edad que esa carita de ángel realmente tenia. – ¿Mia? ¿eres tú? – no pude reaccionar cuando sentí como Sebastián me levantaba del suelo y me envolvía entre sus brazos
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Imperius
RandomTenia claro quien era antes del incidente, sabia cual era mi sitio, a pesar de no estar de acuerdo con él. Tenia claro que había un orden, que habían reglas que seguir, que había que respetar a los guardias y alejarse de los problemas. Tenia claro...