-La espalda más recta, Becca -la voz de mi madre se filtraba por las paredes al bajar las escaleras.
Arrastraba mi vestido que llegaba hasta el suelo antes de llegar a la pequeña cocina. Sin tener que echar un vistazo sabía peefectamente como se encontraban. Mi madre, de pie vigilando como la sirvienta, Gigi, lavaba los platos, intentaba enseñar algo de lo que ella llamaba modales a Becca, mi hermana pequeña.
Tenía 4 años, y era lo mejor que tenía.
Era un trasto, se pasaba el día persiguiendo gallinas o escapándose para ir a jugar con los niños de Yorkshire. Le encantaba jugar al escondite o con esas malditas canicas que más de una vez se tragó sin querer.
-No seas dura con ella -entré dirigiéndome hacia la mesa, guiñándole un ojo a Becca- Yo no supe utilizar bien la servilleta hasta por lo menos los seis -en un gesto cómico para hacerla reir, posé exageradamente la servilleta sobre mi regazo.- ¿Se ha fijado, Lady Hastings?
Las risas de mi hermana llenaron la cocina hasta entrar dentro de mi, y con el rabillo del ojo vi como Gina reprimia una risa también.
-Menos cháchara, y más desayunar -dijo mi madre con los labios fruncidos, en un gesto de enfado- El baile es en dos semanas, y si quieres que tu hermana no nos deshonre tendrá que aprender a comportarse.
Rodé los ojos quitándole importancia a sus palabras.
-Pero claro, -siguió ella, quitándole de las manos las patatas que Gigi había empezado a pelar, para hacerlo ella- teniendote a ti, ¿como íbamos a quedar bien?
Está bien -me levanté de la mesa, sin haber probado bocado- me pondréa ello ya. Señoritas -me aseguré que mamá no miraba e hice una pequeña reverencia a Becca escondiendo una sonrisa.
Aunque ella me miraba con ojos tristes.
Salí de allí con paso decidido cogiendo mi sombrero. Caminaba hacía el pueblo, pues sólo teniamos tres caballos y no podíamos exponerlos a que una amazona no experimentada se arriesgara a montarlos y sufrir un accidente.
Obviamente la víctima hubiera sido el caballo, no yo.
Mamá solía hacer ese tipo de comentarios sobre mi, era un caso perdido, nunca lograría casarme y sería la solterona de Yorkshire.
Por eso se centraba en Amber, con sus altos modales y su increíble belleza, e intentaba que Becca fuera como ella.
Pero yo sabía que no era así. Igual que yo, aspiraba a algo mejor, y queria lo mejor para ella. Daría lo que fuera porque ella si fuera feliz.
Felicidad. ¿Eso existía?
-Hope -fue la respuesta a mi pregunta. Como si de un autorreflejo se tratara mis ojos buscaron los suyos, al fin, encontrándolos.