Tus ojos.
Esos hermosos ojos que me miraban con amor, con ternura, con pasión.
Podía mirar tus ojos por horas y nunca cansarme, me gustaba ver cada detalle de ellos.
Solo con mirarlos podía confirmar lo mucho que me amabas, solo con mirarlos ya sabía lo que te pasaba.
Me encantaba ver esos ojitos color de prado, que me desnudaban cuando estábamos a solas, que recorrían cada parte de mi ser.
Todavía puedo verlos cada vez que cierro los ojos y creo en lo más profundo de mi alma que jamás me olvidaré de tus ojos, de ese efímero momento en el que me miraste por última vez con lágrimas en ellos.
Y es que todavía no puedo olvidar nada ti, mi dulce y cruel amor.