El Artista.

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Siento mi cabeza estallar y mi cuerpo adolorido, me arrastro hacia atrás y trato de no mirarlo, pero antes de moverme me toma del cabello y me obliga a verlo. Su mirada de odio, está enojado y ni siquiera sé porqué. Nunca sé porqué lo está.

-Perra –escupe y me empuja haciéndome golpear la cabeza en el piso. Quiero llorar, pero no en frente suyo, él odia que llore. Lo miro y en su mano tiene una botella casi vacía de alcohol, se toma el último trago y me lanza la botella con tanta fuerza que se quiebra en mí, uno de los vidrios paró en mi mejilla izquierda, otros dos en la mano y el resto en el piso. Luego, sin decir nada más, se va. Ése, mi padre, se va, dejándome ahí herida como siempre. Veo a mi madre en el marco de la puerta recostada y con las manos en el rostro, está llorando. Pero no hizo nada para defenderme, nunca lo hace. Me levando con dificultad y me siento en la cama, retiro el vidrio de mi mejilla y mi madre se acerca, se sienta a mi lado y trata de abrazarme pero me alejo de su toque.

-Cora...

-Vete, vete mamá. Por favor, vete –le digo a punto de llorar

-Cariño...-dice ella tratando de tocarme pero alejo su mano

-¡Vete! –le grito y salgo corriendo al baño de mi habitación, me recuesto en la puerta y escucho como se va. Miro mi reflejo en el espejo, tengo un ojo morado y el corte que dejó el vidrio en mi mejilla, me lavo la cara y peino mi rojizo cabello. Abro el grifo y voy al closet en lo que se llena la bañera, saco mi pijama y vuelvo al baño. Me desnudo y me meto en el agua tibia. Ya puedo llorar, nadie me ve, ya puedo llorar tranquila. Y lo hago, dejo las lágrimas fluir y mezclarse con el agua. Estoy cansada de este sufrimiento. Cinco años, llevo cinco años aguantando los maltratos de mi padre, golpes, patadas, insultos, todo eso y a nadie le puedo decir porque nadie me creería. Y mi madre nunca me defiende, no me defiende como yo la defendí. Todo comenzó una noche que mi padre estaba borracho, escuché gritos y bajé a la cocina. Vi como la estampó contra la pared y la golpeó varias veces.

-¡Haces todo mal! –le gritaba mientras la golpeaba más. Estaba tan borracho que agarró un cuchillo y supe lo que iba a hacer así que me metí entre ellos

-¡Déjala! –le grité. Y lo hizo, la dejó, o mejor dicho la cambió por mí. Desde entonces no la agrede a ella sino a mí. Todo por ayudarla, por defenderla, porque no quería que él la hiriera más. Ahora me hiere a mí, y ella no hace nada, solo calla, calla como yo debí hacer aquella noche.

Me despierto, y me duele un poco el ojo aunque ya no está hinchado. Me ducho y me visto, me miro al espejo y me echo corrector en el corte de la mejilla y un poco en el ojo, no se ve mucho pero con detenimiento sí se nota. Me maquillo, cojo mi bolso y salgo de casa. El estúpido chofer que contrató mi padre para que me lleve al instituto está esperándome. Subo al auto y nos dirigimos al instituto. Mi padre lo contrató para que vigile que salga del instituto directamente a casa.

Bajo del auto, Steve y James están recostados en un muro fumando, me acerco y les doy mi mejor sonrisa falsa.

-Eeeh cariñoo –dice Steve revolcando mi cabello y me da un suave beso en los labios. Coge mi rostro y lo nota -¿Qué te pasó? –alejo mi rostro

-Me peleé con una chica –miento

-¿De nuevo? –pregunta James levantando una ceja incrédulo

-Sí sí ya olvídenlo –les digo y les sonrío. El timbre suena y nos encaminamos a clase. Steve y James bromean y me río con ellos falsamente. Es increíble como las personas piensan que estás perfectamente con solo enseñar  una sonrisa, pero no saben en realidad como te sientes. Las clases pasan aburridas como siempre.

-Vamos, sé que quieres  -Dice Steve dándome pequeños besos y atrayéndome más a él

-Sí quiero pero no puedo, créeme, a mi padre no le gustaría

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