Día 1

47 6 0
                                    

13 de Agosto.

El número 13 es mi favorito. Siempre me gustó llevarle la contraria a la gente y que mejor forma de hacerlo que convertir el número de la mala suerte, en mi favorito.

Era una mañana calurosa,  como no. Para la gente que no conozco Las Islas Canarias.  Son unas islas que pertecen a España. Estan al noreste de el Continente Africano. Y durante todo el año hace calor. En invierno bajan las temperaturas pero no mucho.

Me levanté como cada mañana y seguí mi rutina. Al baño y luego a la cocina a desayunar. Yo seguía pensando que todo lo que había pasado era un simple sueño, o pesadilla, que había tenido. Pero no, no lo era y yo debía de darme cuenta. Aceptar la verdad siempre cuesta y mas cuando eres una niña y no entiendes mucho sobre la vida y la muerte. ¿De verdad no volvería a verla? ¿No me abrazaria más? Era duro. Es duro. Sí,  porque aún duele su ausencia.

El día continuó,  como si no pasara nada, completamente ajeno a mi vida, a mi presente. Por la tarde teniamos que ir a ese ridículo ritual que es el velatorio. Yo no queria estar ahí.  No me apetecia escuchar las típicas frases que te dije la gente cuando se muere alguien cercano a ti. Porque en eso te conviertes cuando te mueres, en frases y palabras que quienes lo dicen no lo sienten en absoluto. Falsos "lo sientos", "que joven era, no se lo merecía"

A esas personas les daba igual si se lo merecia o no. Nunca se preocuparon por ella. Nunca una llamada, una carta o una visita. Nunca perdieron un poco de su triste tiempo en algo que no fuese mirar su ombligo.

Mi abuelo es lo que mas quiero en el mundo y verle mal me partió el alma. Si ya estaba rota por dentro con su pérdida,  ver a mi abuelo hundido fue como si me quemasen por dentro. Son cosas que aunque alguien te caiga muy mal, no se lo desearías.  Fuimos a su casa a que se cambiase. Llevaba todo el dia sin cambiarse y queríamos que se despejase un poco.

Volver a entrar en esa casa fue peor que la noticia de que se había marchado. Todo era muy reciente y tenia la impresión de que ella seguía ahí. Pero no estaba. Ver su collar de perlas hizo que volviese esa sensación del río que quiere salir por mis ojos y volvió a conseguir su objetivo. Lloré.  Lloré mas que cuando me caía y me raspaba las rodillas. Lloré mas que cuando mi madre me castigaba porque me portaba mal. Incluso mas que cuando se muere el personaje principal de la película que estas viendo.

Volvimos al velatorio. Habia chocolate caliente y me conforme con eso. Ahora yo tenia que ser la fuerte delante de mi madre. Ser su punto de apoyo igual que lo fue ella en su momento con mi abuela. Cogi mi vaso de chocolate y no lloré más en toda la noche. Yo debía de ser la fuerte

Se le podría llamar DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora