Mi cuerpo tiembla ante las suaves caricias del viento. Tengo frío. Hace frío. La calle es demasiado dura y fría para una chica como yo.
La húmedad de mi rostro se enfría dejando en él una ligera rociada mañanera.
Las luces de la calle mueren dando paso a la nacida del sol. Ya no hay coches a mi alrededor. Estoy sola, como siempre he estado realmente.
No queda mucho de esa alegre chica de 20 años. No queda mucho de la chica que una vez fui. Ni su risa, ni sus lágrimas, ni la ropa, ni el andar. Todo ha cambiado en tan poco. No se puede volver atrás. Los errores me persiguen en cada esquina vivida.
El alcohol y la droga se aferran a mi cuerpo, me han hecho escapar de las pesadillas de la noche y ahora me vuelven a encerrar en la celda de mi mente. La noche ha acabado, pero solo es una de las pesadillas. Tengo miedo. Tengo miedo a cerrar los ojos y recordar. Noche tras noche la misma historia sin final feliz. Día tras día, horas sin descanso o sueños perturbados.
El amanecer hace caer rayos de luz sobre el rostro de la joven, dejando ver por un momento su juventud, sus ansias de vida. Pero el momento pasa, la amarga sonrisa y las ojeras la traen a la realidad. La luz no es su lugar. Se gira lentamente alejandose, preparada para un día más. Deja ese iluminado lugar para volver a la oscuridad, las oscuras calles de New York que la encierran como un pájaro enjaulado.
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Tengo miedo a dormir
RandomLas imagenes y palabras que surcan mi mente sin sentido, son plasmadas en este libro, que jamás será leído.