Nota: Ahm… Éste es mi primer RyoAli, así que pido perdón de antemano por el desastre *llora en un rincón*…
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Kurokiba Ryo era un hombre de arraigadas costumbres, no importaba si se había dormido a las 2 de la madrugada al llegar a casa luego de una larga noche en su restaurante Roligt Hav¹, él siempre despertaba a las 5:30AM para su rutina diaria de ejercicios.
Era algo que lo ayudaba a mantenerse concentrado y con energía por el resto del día, así que cuando su alarma sonó justo a las 5:30AM, la apagó de inmediato, aunque igual no fue lo suficientemente rápido ya que la bella mujer a su lado murmuró una suave queja ante el ruido.
—¿A dónde vas, Ryo-kun? —la escuchó decir con somnolencia mientras él apartaba las sábanas de sí.
—Ejercicios —fue lo que dijo en voz baja —sshh, vuelve a dormir —añadió, acariciando los cortos cabellos platinados de ella.
La vio acomodarse en la almohada y percibió que su respiración se volvía acompasada. Acomodó las mantas sobre ella y con sigilo se cambió para su rutina matutina.
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Kurokiba se miró en el espejo del gimnasio que tenían en su suite de San Francisco mientras levantaba las pesas de manos, cerciorándose del trabajo de sus músculos.
Aquella era la última parte de la rutina de ese día.
Ejercitarse siempre era la forma más fácil en la que podía liberar tensión y no pensar mucho, su cuerpo estaba tan habituado que si desconectaba su mente, podría actuar en automático; Alice siempre le advertía que no podía desarrollar más músculos que los que ya tenía, porque:
—“No pienso andar por ahí con un novio que es pura testosterona y que parece inflado” —así que se cuidaba mucho de no exagerar la musculatura de su cuerpo, aunque él tampoco aspiraba a tanto.
Bajó las pesas e inhaló profundamente, mirando la hora en su reloj inteligente. Casi era hora de despertarla.
Todos sus años de convivencia “secretario-jefa” y rivales habían servido para que conociera todas y cada una de las facetas de su ojou-sama, y sabía que ella amaba dormir sin importar qué.
Quizá se viera como algo por venir por los demás, pero ninguno de los dos había esperado terminar juntos sentimentalmente. Él más que nadie. Es decir, él había crecido siendo su especie de perro guardián, así que siempre asoció el sentimiento de sobreprogerla como un deber, algo incluido entre su larga lista de quehaceres.
Hasta que encontró increíblemente irritante que ella saliera con otros tipos (a quienes por supuesto quería romperles varios huesos), aunque nunca tomó a ninguno en serio. Pero era agonizante ver como las cosas que él solía hacer con ella (sujetarla de la mano, que ella entrelazara su brazo con el suyo, que le mostrará esa sonrisa pícara), las realizará con otros.
Él no era completamente inocente, en busca de sacudirse esa extraña sensación de acaparar su atención sólo para sí (algo ridículo, porque ellos dos no podían ser más cercanos de lo que ya eran), también salió con otras personas, a pesar de que le resultaba un tedio enorme, definitivamente él no era el Señor-Súper-Sociable-Yukihira. Pero fue éste último junto con el idiota de Hayama que le hicieron replantearse su relación con la Nakiri de ojos carmesí.
Su tercer año en la academia culinaria Tōtsuki marcó el inicio de su relación en pareja. Y sí ambos pensaban que se conocían completamente, relacionarse como pareja les hizo conocer otras facetas desconocidas de ambos.
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Unchanging
FanfictionÉl había crecido siendo su especie de perro guardián, así que siempre asoció el sentimiento de sobreprogerla como un deber, algo incluido entre su larga lista de quehaceres, hasta que esa percepción cambió. ¡Feliz Año Nuevo a todos/as!