Cuéntame [One short]

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—No, papá, así no puede servirse el té —Le quitó la tetera su hija.

—Pero querida así...—Se calló al notar el puchero que su pequeña hacía. Sus ojos cristalizados y su nariz arrugada.

—Izuku—Lo reprendió su esposa. Alzó a su hija del suelo y la sostuvo entre sus brazos, abrazándola, apartándola de él—. ¿Qué te he dicho de hacerla llorar?

Uraraka lo miraba enojada y él agachó la cabeza.

—Lo siento, Ochaco-chan—Levantó la cabeza con un par de lágrimas en su rostro.

—Mi Izuku—Bajó a la pequeña y acarició el rostro de su esposo—. No tienes por qué ponerte así —Lo besó —. Eres tierno, Izuku.

Su hija demandaba atención. Les arrojó un par de almohadas de los sofás para que se fijaran en ella.

Indignada, se dispuso a recoger su juego de té del suelo de la sala y guardarlo todo en el estantecito para sus juguetes.

—Mi cielo—El de ojos verdes abrió sus brazos esperando a que ella corriera a abrazarlo como siempre hacía. Sin embargo, su hija se cruzó de brazos y se sentó en el sofá.

—Deku, idiota—Le sacó la lengua.

Izuku comenzó a llorar.

Ochaco negó con la cabeza. Cuidar a dos niños en la casa no era tarea fácil. Se molestó también porque reconocía en esas palabras la influencia del mejor amigo de su esposo.

El sonido del timbre del departamento, alertó a Ochaco. Fue hasta la puerta, vio por la mirilla y casi se cae al comprobar la identidad de su visitante.

—¿Director?—Abrió la puerta.

—Buenos días, señora Midoriya—saludó—. Que niña tan bonita tienen—Se fijó en la pequeña que leía un libro sobre animales en el sofá.

La castaña se percató de que era observada y levantó la vista. Dejó su libro y se colocó delante del director con aire crítico.

—¿Por qué una jodida rata de alcantarilla puede hablar, mamá?—Se dirigió a Uraraka.

El director palideció pero no borró su sonrisa de su cara.

—¿Segura que es tu hija, Midoriya?—Le preguntó al de pecas, quien veía horrorizado la escena.

—Tan seguro como el amor que siente Ochaco-chan por mí—Se defendió el Nuevo Símbolo de la Paz.

—Y no es una rata, mi cielo—La reprendió Ochaco con el ceño fruncido.

La pequeña parecía a punto de llorar. Sin embargo, agachó la cabeza y se disculpó.

—Querida, ten—Le ofreció un juguete el director.

—¡Es un gatito de peluche!—Lo apretó con fuerza y dio varios giros—. Gracias...—Vio a su padre—. Señor—Completó educadamente.

Salió de la sala dando saltitos y se perdió por uno de los pasillos que conducía a su habitación. Tenía que presentar al nuevo miembro de la familia a sus demás peluches.

—Que encantadora niña tienen—Se sentó en el sofá—. He venido hasta aquí para informarles que han sido invitados a una cena, esta noche.

—¡¿Esta noche?!—Ochaco negó con la cabeza—. Nos encantaría asistir, director, pero nuestra niñera se ha ido a cuidar a su madre en Kioto y no volverá hasta el viernes próximo.

—No será un problema, Ochaco-chan—La tranquilizó su esposo—. Conozco a la persona perfecta para cuidarla.

Silencio en la sala.

Cuéntame [Izuocha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora