—Tío Phichit.
—Dime, pequeño —El moreno estaba arropando en la cama a un pequeño niño de cinco años con cabellos color plateado y ojos café y azul, pues padecía de heterocromía.
—¿Me podrías contar la historia de papa Viktor y papi Yuuri, por favor? —preguntó con los ojos brillantes de emoción, el azabache esbozó una sonrisa al ver aquella expresión tan tierna en su rostro.
—Esta bien, pequeñín. ¿Tanto te gusta que te hable sobre ellos?
—Sí —afirmó el pequeño con ahínco —. A pesar de que no los conocí siento como si ellos estuvieran a mi lado todo el tiempo cuando me cuentas sobre ellos.
—Eso es muy lindo de tu parte, chiquito —comentó Phichit mientras dejaba un cariñoso beso en su pequeña frente —. Me pone muy feliz que pienses así sobre ellos y que los quieras tanto, de seguro ellos te miran donde sea que estén. ¿Sabes? —continuó mientras se acomodaba mejor en la cama —. Ambos estaban muy felices cuando se enteraron de tu llegada, pero mejor acuéstate bien para que pueda empezar con la historia
—Esta bien, tío Phichit.
—Buen niño, haber, ¿desde dónde empezare? Ah, ya sé.
°*°*°*°*°
Las estrellas son hermosos astros que alumbran nuestras noches más melancólicas, pero esta vez, ellas fueron testigos de una peculiar historia entre un omega japonés de cabellos como la noche y un alfa ruso de ojos cual mar. Muchos de sus conocidos decían que eran destinados pues desde la primera vez que se habían visto habían sentido choques eléctricos recorrer por completo sus cuerpos, pero ¿sabes? No todo en la vida es de color de rosa; permite me contarte la historia que sólo las estrellas saben sobre aquel fuerte alfa y su hermoso omega.
—¡Yuuri, espérame! Amor, no te vayas, perdóname. Malentendí las cosas.
Un alfa de cabellera plateada trataba de alcanzar al omega de piel de porcelana. Yuuri parecía dudar sobre si hacerle caso al alfa, pues sabía que iba a suceder lo mismo otra vez; ya tenía varias veces que le perdonaba sus ataques de celos siempre que lo encontraba con algún otro alfa, beta o uno de su misma casta. Aquellas vez fue el turno de un joven alfa japonés de cabellos rubios con un mechón rojo de nombre Minami Kenjiro, ambos se encontraban disfrutando de una buena taza de café cuando el japonés de mechón rojo tocó la mejilla de Yuuri, Viktor había acabado de llegar encontrándose con esa escena, corriendo a patadas al alfa enemigo que no era más que un viejo amigo de la infancia del omega.
—¡Viktor, basta! No puede ser que no me tengas confianza, aun cuando tengo tu marca en mi cuello que me reclama como tuyo así como tú me perteneces. Ambos nos pertenecemos —El omega japonés estaba empezando a llorar en medio de la sala de su casa, pues no soportaba la idea que su alfa no le tuviera la suficiente confianza, a pesar de haberse conocido hace mucho tiempo en aquél restaurante que fue testigo de su primer baile.
—Yuuri, mírame. Te juro, mi hermoso omega, que nunca más dudaré de ti, te lo juro por el pequeño cachorro que llevas en tu vientre. Sé que él es muestra de nuestra unión, lamento haber confundido a tu compañero de la universidad como algo más, entiendo que el estar lejos de Japón puede ser difícil así que por lo menos haré todo lo posible de tener una buena actitud cuando te vea con alguien más.
El omega parecía dudar sobre la propuesta de Viktor, pero a pesar de todas las estupideces que hacia su alfa lo amaba como nunca, hasta se atrevía a decir que lo amaba cada día más y que no podría vivir sin él. Así que con los ojos rojos por haber llorado hace unos momentos le dedicó una mirada enojada, pero cargada de dulzura como si le estuviera diciendo que lo estaba perdonando por esa vez.
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Más allá de la muerte
FanfictionEl milagro de la vida llega a la puerta del matrimonio Katsuki Nikiforov, pero una mala acción provoca la muerte del alfa de Yuuri, este tras la pérdida de su amado Viktor tratara de seguir adelante con su embarazo aunque las fuerzas se le escapen c...