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-¿Estás listo?

-Sí.

-A la cuenta de tres, ¿De acuerdo?

-Okey.

-Uno... dos... ¡tres!

Salimos de nuestro escondite corriendo, con armas en mano. Alzando mi cuchillo de cocina con la mano derecha y tomando al Caminante con la otra. Le clavo el cuchillo en el ojo, mi compañera la clava el suyo en el centro de la cabeza.

El monstruo lanza un grito ahogado, justo antes de caer de espaldas al suelo después de soltarlo.

Se escucha un estruendo en el lugar donde cayó, donde el cuerpo yace sin vida, con sangre saliendo a chorros de los cortes que le hicimos en la cabeza

-¡Bieeen!- me dice Leah, mi mejor amiga y compañera desde que todo comenzó.

Chocamos las manos, tomamos nuestras mochilas, llenas de provisiones, y salimos de aquel lugar.

El supermercado abandonado, con las ventanas rotas y partes de concreto caídas, parecía incluso mas seguro que cualquier otro lugar. Pero las apariencias engañan. Ya ningún lugar es seguro.

-Bien, ¿Qué tenemos?- me pregunta mi amiga.

-Veamos...-Abro mi mochila y saco lo poco que pude tomar del supermercado.- Una botella de agua, dos Arizona, uno de sandía, otro de té verde; una bolsa chica de Doritos... ¿Y tú?

-Tres latas de Frijoles y un botella grande de Coca-Cola.

-Bastante bien, ¿no?

-Eso creo.

Y la verdad es que así era. Aunque sonara poco, encontrarse con todo eso era más que suerte a estas alturas. Al menos así me sentía yo, y al parecer Leah también, ya que no se quejó por lo poco que encontramos, no como al principio, cuando encontrar dos latas de frijoles


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⏰ Última actualización: Nov 03, 2015 ⏰

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