En la caja

410 45 58
                                    

NOVIO EMPACADO

Esta es la historia de un chico que se metió en una caja y murió...

Bueno, no... pero casi.

¿Y me dirán? ¿Qué rayos Kazuto, no se supone que esto es una historia de navidad? Y la verdad es que lo es...

Bueno, voy a volver a comenzar...

Mmm...

¿Había una vez?... Un chico al que le costaba digamos... un poquito poder expresar sus sentimientos de manera muy abierta. Siempre había sido tan reservado que a los momentos donde debía manifestarme, terminaba sin saber que decir o mostrando la siempre confiable risita salvavidas...

Pero había decidido dejar de sonreír de manera boba... por lo que este año me puse a buscar en la red – cosa que no suelo hacer – Una manera efectiva para llevar acabo mi propósito de las fiestas. Sorprender a Asuna, de una manera magnífica.

Y ahí estaba yo... 2, 3 de la madrugada... viendo ideas en los blogs más rosados que jamás espero volver a visitar, hasta que encontré algo que me pareció interesante.

A las mujeres les gusta recibir regalos... ya sea regalos enormes o pequeños presentes, todos representan una sorpresa y una idea de que la persona que lo obsequia ha tomado parte importante de su tiempo para dedicarse a buscar, hacer o crear aquel envuelto.

Sin embargo, había algo que pocas veces se hacía y era... dedicarse uno mismo.

Y fue así como terminé metido en todo eso...

.

.

.

–¿Y si cenamos ya?... –Era lógico, todos se estaban impacientando, eran cerca de las diez de la noche de la noche buena... y tenían hambre, yo incluido, aunque en mi condición momentánea no era mucho lo que podía hacer...

La sala de estar estaba llena de gente conocida, a quienes podía observar a través de los pequeños agujeros de aquella enorme caja con moño rojo, dentro de la que me encontraba recluido y Klein había abierto para darme un poco de respiro... poco, muy poco la verdad... Lo cierto era que la caja se estaba volviendo un horno... no quería pensar que lo que había hecho era una mala idea... porque lo investigué, lo pensé... lo planeé...

Y aunque estuviera tan cerca, me era difícil escuchar sus conversaciones. Pero... lo que menos quería... más bien lo contrario a lo que quería estaba pasando.

Asuna llegó a sentarse en el sofá que estaba frente al árbol de Navidad, junto al cual me encontraba yo... bueno, la caja donde yo estaba. Su rostro se notaba bastante preocupado y no paraba de mirar su teléfono móvil.

Se supone que la sorpresa sería que al abrir la caja estaría yo... sí... pero... no que no calculé... es que los regalos se abren pasada la noche buena... ¿Eso significaba que no podría salir de ahí en toda la noche? ¡Rayos!

–No podemos empezar sin Kirito... –se cruzó de brazos Liz... ¿Pero qué estaba diciendo? Si ella sabía perfectamente que yo estaba... donde estaba.

–¿Pero qué dices?... Si no empezamos... jamás llegará el momento de abrir los regalos... y... tu sabes... –respondió con cierto nerviosismo Klein.

–Yo...

Oh no... La pierna de Asuna se movía en señal de impaciencia, esto se estaba saliendo de control.

–¡Yo voy a ir a buscarlo! No contesta mis llamadas ni mis mensajes... algo le tuvo que haber sucedido...

¡No se les ocurra dejar que se vaya! ¡Se ha puesto de pie!

No me quedó otra opción, más que recordarles mi existencia, sabía que mis amigos no desearían arruinar la sorpresa pero debía indicarles que era el momento... Tomé fuerzas y empujé la caja contra Liz, parada a mi lado.

Solo escuché su grito, no te asustes...

–Ehhh... ¡Asuna! Po... ¿Por qué no abres por lo menos un regalo en lo que esperamos?... –Liz sabía a la perfección que su propuesta sonaba mal... tonta o ridícula...

–¡Sí! ¡Sí, es verdad! ¡Este enorme! –colocó las manos, apoyando su peso contra la tapa de la caja, Klein.

–¿Cómo creen?... –no podía ver la expresión de Asuna, pero podría asegurar que los miraba sin comprender sus extrañas palabras y molesta por tratar de retenerla en un momento así...

–Lo único que quiero es encontrar a Kirito-kun...

No había opción... si no hacía algo... iba a irse... Tenía que tomar un poco de impulso, por lo que me hice hacia atrás lo más que pude y apoyando mis manos en la parte delante, hice caer la caja cual dado a los pies de Asuna.

Escuché su grito... no te asustes...

–¡Eso! ¡La caja se acaba de mover sola!

Jajajaja, ¿Acaso no crees que pueda ser un perro o algo?...

–¿Acaso... es un perro?... –su voz, formuló la pregunta que esperaba, lo que me hizo sonreír.

–¿Por qué no lo averiguas?... –La voz al unisono de esos dos, me hizo pensar que su complicidad llevaba otro rumbo...

–Sí... porque... si es un pobre perrito... no es bueno que esté encerrado tanto tiempo...

¡Se agachó! Podía verla a través de los agujeros de la respiración... ¿Por qué me puse tan nervioso?... se supone que la sorpresa era para ella, pero...

Al ver la tapa caer delante de mí... y ver la sonrisa llena de alivio que se apoderó de su rostro y el brillo en su mirada de caramelo que se abalanzó sobre mí... sentí... que el afortunado era yo...

–¡Kirito-kun!

–¡Feliz Navidad!... –la estreché entre mis brazos, conteniendo todo sus hermosos sentimientos que afloraron en lágrimas. –Asuna...

–Baka...

–Perdóname... no quería preocuparte... al contrario... quería darte un regalo especial... –La separó para que apreciara su vestimenta, pantalón, camisa y gorro de Santa Claus. Aunque camisa desabrochada y pantalones recogidos hasta las rodillas por el calor.

–Vaya, pero miren eso, con razón ese apodo Kerrico-kun... –lo miró y no pudo dejar de carcajearse, Klein.

–¡¿Qué?! –Le grité, ¿que demonios estaba diciendo?

–¿Qué rico... qué?... –parpadeó sin comprender, Asuna, por lo que suspiré... Que bien que ella no lo había comprendido... Había escuchado ese apodo bochornoso antes... por algunas jugadoras en ALO... pero no pensé que Klein lo tomaría para molestarme...

–Kirito-kun... Vivir una navidad contigo es magnífico... y no tienes que darme ningún regalo especial para ello... pero... –tomó mis manos, pasando del chiste. –Me encantó...

–Asuna... –No podía controlar el sonrojo que se apoderó de mi cara al escucharla, quería besarla... por lo que empecé a acercarme, pero tuve que detenerme al ver la expresión nerviosa de ella. Nuestros amigos seguían mirándonos...

FIN

Novio empacadoWhere stories live. Discover now