= P R Ó L O G O =

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Cuando desperté, un hombre de cabellera roja y brillantes ojos verdes me recibió con una gran sonrisa, sus punteagudos dientes, lejos de intimidarme, provocaron en mí una sensación de confianza. Usaba gafas delgadas y discretas, estas mismas reflejando en el cristal algo de la luz que se percibía en el cuarto blanco donde estábamos.

Hola, TN.

No recordaba que ese fuera nombre. No sabía lo que hacía ahí, tampoco reconocía el lugar.

Me percaté que alguien más se encontraba ahí detrás de él. Sus ojos, de igual manera, tenían ese verde intenso y brillante. Vestía un traje negro que acentuaba su marcada cintura, y como accesorio, unas gafas.

Descuida, no te haremos daño. Mi nombre es William T. Spears, y desde ahora estás bajo mi tutela.

Al parecer, ya había muerto, estaba segura. De una manera u otra, volví.

Nosotros somos Shinigami, dioses de la muerte. Nuestro trabajo es simple: evaluamos, recolectamos y archivamos almas de los muertos. Cuando se termine la recolección, debemos llenar una carta dirigida a la Rama Principal, informando el éxito de la misión.

Me pregunté si eso es lo que pasaba al morir, ¿todos estamos destinados a volver?

No todos pueden ser como tú o como yo. Sólo los que cometen un suicidio atroz pasan a ésta nueva faceta de su vida, si es que se le puede llamar así.

No te agobies, cariño. No tienes memorias de tu vida pasada aún.

— Si deseas, puedo mostrarte cómo fue que moriste.

No tuve que pensarlo. Si yo misma me había arrebatado la vida, ¿por qué querría recordarlo? 

— No, gracias.

— Como gustes.

Me extendió una tijera para pasto. 

Ésta será tu death scythe por el momento, con ella podrías colectar el alma y abrir el cinematic record, el cual contiene las memorias de las personas, de principio a fin.

Atrás de ellos dos, muy al fondo donde la luz apenas si iluminaba, distinguí la esbelta figura de una mujer vestida de negro. Ella me daba la espalda, y noté que se cruzaba de brazos, su cabello castaño andaba suelto, más no pude apreciar nada más de ella.

William me tendió la mano. Todos usaban guantes blancos. Instintivamente, estreché su mano con fuerza.

Bienvenida, TN.

× • ×

𝖛𝖎𝖙𝖆𝖒 𝖊𝖙 𝖒𝖔𝖗𝖙𝖊𝖒 //𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏 𝑴𝒊𝒄𝒉𝒂𝒆𝒍𝒊𝒔//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora