Una fría tarde de marzo, donde el cielo amenazaba con llover y el exterior de aquella habitación era desconocido para nosotros, la vida nos encontró juntos. Tendidos en una de las dos camas que había en ese lugar tan lleno de anécdotas y amor continuamente expresado.
Nos encontrábamos abrazados y casi susurrando, aunque nadie se encontraba allí además de nosotros.
Cerraba los ojos y pensaba en cada momento que me hizo feliz (¡Y que lo hará!), y sonrío internamente mientras proyecto nuestro futuro.