Prólogo

4 1 0
                                    

—Buenas—Dijo Scarlett.

 —Aquí estamos, ¿No? ¿Qué es lo que nos vas a contar que tanto tiempo ocultaste? ¿Otro cuento? ¿Otra mentira?

Me vi obligado a intervenir.

 —Sam, cállate. 

—Oh queridos, nos adelantéis a los hechos. Os contaré tres historias;                                                   La primera noche os contaré la historia de mi hermana. La segunda noche os contaré la historia de mi hermano. La tercera noche os contaré mi historia.

 —¡No nos interesan las demás historias! ¡Cuéntanos de una vez quién narices eres!—Gritó Nathan.

 —Créeme, sí que os interesan. Si me disculpáis, comienzo.

Marilyn

Marilyn nació un día de tormenta. La matrona, como de costumbre en aquel pequeño pueblo, alejado del resto del mundo y atrasado en tecnología, llegó demasiado tarde.

Los vecinos gritaban, pero no obtenían respuesta. Tras dar a luz a su última hija, Josephine Gray falleció el tres de febrero de 1998, seis meses más tarde falleció su marido, Allen.

Me crié con mis tres hermanos en un orfanato, pero cerró al poco de que yo cumpliera mis seis años. Estábamos solos, pero la cosa mejoró cuando una señora nos encontró en la puerta de un supermercado, tan solo dos semanas más tarde.

 —Oh, ¡Dios Santo! Tres pobres niños abandonados en un día tan frío como este. Decidme pequeños, ¿Cómo os llamáis?

Era una señora que parecía más mayor de lo que realmente era, mucho maquillaje y pedrería, parecía una mujer con dinero, llevaba un abrigo de piel y un bolso muy grande, el cual parecía pesar mucho, aunque descubrimos que Rose tan sólo pesaba cincuenta kilos.

 —Buenas, yo soy Louis, y ellas son mis hermanas pequeñas, Scarlett y Marilyn.

—Qué monada de nombres, ¿Cuántos años tenéis?

—Yo tengo doce, Scarlett tiene seis y Marilyn tan sólo dos.

La señora miró a la niña que Louis sostenía en brazos. ¿Porqué deberíamos hablar con ella? Ni si quiera sabíamos sus intenciones, pero por alguna razón a mi hermano le dió un buen presentimiento.

Unas horas más tarde ya estabamos instalados en casa de la señorita Rose, de la cuál nunca supimos su apellido. "No lo necesitáis, al fin y al cabo, vosotros ya tenéis uno." Nos decía siempre.

La casa de Rose era muy grande, estaba en el bosque pero muy cerca de la ciudad, tendría unas seis habitaciones, aunque mis hermanos y yo decidimos quedarnos en la misma.
Se veía antigua pero para nada descuidada, había un jardín lleno de rosales y arbustos con moras, y justo detrás una caseta donde guardaba semillas, una pala, la regadera y esas cosas que se utilizan para sembrar. Nunca entré; aunque la ayudaba con el jardín, la caseta desprendía un olor a humedad que no me gustaba nada, así que siempre era mamá la que cogía las cosas.

Nada más entrar había un gran recibidor con una lámpara enorme que colgaba del techo, los muebles de madera y una alfombra granate, como las cortinas. El salón tenía unas ventanas muy grandes y eso me gustaba mucho, había mucha luz y me sentía muy cómoda.
Al lado del salón estaba la cocina, los muebles estaban pintados en blanco y siempre olía a canela, además, allí tomábamos el té todas las tardes.

Los años pasaron y la vida con nuestra madre adoptiva fue de todo menos desagradable, desayunábamos bollos de arándanos y un gran tazón de leche, y los domingos hacíamos un bizcocho los cuatro juntos.
Nos matriculó en un colegio y aprendimos a leer y escribir, la ciudad no tenía muchos niños así que era algo pequeño, pero se estaba muy bien allí.

La noche que Marilyn celebraba su quinto cumpleaños Rose hizo natillas ya que a mi hermana le encantaban, y nos dejó a Louis y a mi cuidándola pues ella tenía que ir a buscar su regalo.
Empezó a llover, no era raro, vivíamos en una ciudad situada al norte de América, casi con la frontera de Canadá, y siempre llovía.
Me asomé a mirar por la ventana y me sorprendió lo oscuro que estaba el cielo, las rosas estaban empezando a marchitarse y se fue la luz.
Las horas pasaban y Rose no llegaba.

Finalmente alguien entró en casa.

—¡Mamá! Estaba muy preocupada. Sé que solo es lluvia pero me acordé del día que nació Marilyn...—No obtuve respuesta.

Algo andaba mal, no era simple lluvia. Miré a mi hermano y asentimos.

/ / / /

—E-espera Scarlett.—Anna me interrumpió—No entiendo... ¿qué es lo que pasó el día que nació tu hermana? ¿ya nos estás ocultando cosas?

—Tienes razón, hay algo que aún no os he contado. Necesito que me creáis. Soy consciente de lo raro que os va a sonar esto pero os juro que por fin os estoy diciendo la verdad... Marilyn...

Nunca Conocimos a Scarlett Gray ; MarylinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora