Huérfano (frostccup/yaoi)

◀capítulo uno: el comienzo▶

Un carro pasaba por la gran carretera que cruzaba el bosque, dejando al descubierto unos hermoso pinos grandes y verdes, el cielo azul, y las nubes dispersas en este.

Una familia, conformada por; el padre, la madre y su pequeño hijo de apenas 5 años, iban rumbo a sus viajes, o más bien aventuras, que para ellos era pasar tiempo en familia y diversión con las personas que quieres, y que mejor personas que tus propios padres.

—¿mami? ¿A dónde vamos?—preguntó el castaño intrigado posando sus manos en sus piernas para distraerse.

—a una aventura, amor—volteó la madre viendo a su hijo desde el asiento del copiloto.

—¿aventura? ¿Que clase de aventura?—dijo emocionado para sus adentros, se colocó en el asiento a su derecha viendo a a través del cristal los pastos y arboles.

—una aventura que jamás olvidarás, mi niño—sin quitar la vista del camino dijo el señor pelirrojo manejando. Vio a su hijo por el retro visor del automóvil, estaba muy feliz de ver a su pequeño ver a través de su ventana el gran bosque verde.

—papá, ¡¿jugamos?!—se quitó rápido del asiento brincandose para el medio tomando a su padre de los hombros—¡¿si?! ¡Vamos!

—hijo... Estoy al volante, no puedo...—dijo el señor de nombre estioco volviendo la vista a su camino

—oww—exclamó el niño llamado hipo, y sentándose de nuevo en su dicho lugar. Se puso a pensar un poco de su gran aventura que se aproximaba cada vez más. Estar lo más ansioso e intrigado, es lo más que le gusta, las sorpresas y una gran aventura.

—hijo, colocate el cinturón, no queremos que te lastimes.

—claro mami, pero sólo sí me cuentas más sobre ese viaje :3.

Suspiro su madre riendo y viendo a su pequeño retoño—vamos a donde hay lagos, campos verdes y grandes, ¡con criaturas mágicas!

—¿mágicas? ¿Hablas de dragones?

—no mi amor, hablo de ciervos, conejos, aves exóticas y exploraciones.

Entre más hablaban entre ellos dos, y chismiaban como comadres en plena platica de maridos, pero en este caso viaje. Se podían mirar los letreros con avisos de: no tirar basura, cuidando con las curvas y los peatones, los animales en específico, como venados.

Pero quien diría, que la vida cambia fácil... Quien diría, que todo puede cambiar con tan solo un error.

—papá, estoy aburrido... ¡Quiero jugar!—diji el castaño imperativo.

—hijo, te prometo que después jugamos, pero no puedo quitar la vista—volteó solo un poco al ver por última vez a su hijo.

—¡¡ESTOICO!!—dijo la madre alterada al ver un ciervo pasar adelante de ellos haciendo que el carro perdiera ritmo y se volcara junto con los pasajeros dando vueltas bruscas por la colina a su lado, las maletas y demás cosas volaban para todos lados, los vidrios se rompían con cada impacto del carro contra el piso y cada impacto era un golpe para los pasajeros del frente, con brutalidad el carro quedó boca arriba destruido. Con humo, personas gravemente heridas y sangre en los asientos.

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