Huele a Navidad: Hayes Grier

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Víspera de Navidad. ¡Aburrido! Deberían ser dos días de Navidad, no uno sólo. Son las dos de la mañana y aún espero a Ana en el gran árbol. Ella dijo que quería dar una vuelta por la calle, pero aún no la había visto. La chica era linda, eso sí, pero no habría manera de que se fijara en mí. A lo lejos la pude ver y traía una bolsa de basura.

-¡Hey, santa! ¿Vas a repartir regalos tan temprano? -exclamé con sarcasmo.

-¡Idiota! -gritó.

Ella subió al árbol y colocó la bolsa a un lado.

-¿Qué traes allí? -pregunté.

-Ah, unos cuantos fuegos artificiales -sacó unos cuantos.

-Aún no es Navidad.

-¿Quién dijo que teníamos que encenderlos para Navidad? Sonrió y me miró con ese rostro desafiante que tenía.

Ambos bajamos del árbol y ella sacó una caja de cerillas de su bolsillo.

-¿Quieres hacer los honores, princesita? -me preguntó.

-Hablas de tí, ¿no? -ambos reímos.

Tomamos varios fuegos artificiales y los encendimos. Todos salieron disparados hacia el cielo oscuro. Todo se veía...hermoso.

Me le quedé viendo a Ana un rato. Tenía esa hermosa sonrisa fijada hacia el cielo. Ella me vió y luego miró mi mano. La tomó y no la solté.

-Esto es hermoso, Hayes -dijo ella.

-Lo sé -respondí, pero no hablaba de los fuegos artificiales. Hablaba de ella.

A lo lejos de la calle pudimos ver una patrulla. Salimos disparados aún con las manos unidas.

-Gracias -dijo ella.

-¿Por qué? -dije con la respiración entrecortada.

-Por saber que por lo menos alguien se preocupa por mi -besó mi mejilla-. Buenas noches, Grier.

-Buenas noches.

Ana entró por la puerta trasera de su casa y luego me fui de allí.

Ya en mi casa, caminé hasta la cocina para beber algún refresco. Tomé una Coca-Cola. "Comparte con Anabelle". Qué irónico. Subí las escaleras y allí estaba Nash en el suelo. Nash era sonámbulo desde los doce años. Abrí la puerta de su habitación y lo arrastré hasta su cama. Dios, Nash, ¿tanto comes? Después de hacer eso, cerré la puerta. Fui hacia mi habitación y me senté en el suelo para quitarme las zapatillas. Escuché un "knock knock" en mi ventana. Era Ana.

-¿Qué haces aquí y de dónde sacaste esa escalera? -le susurré.

Ella puso ambas manos en mi rostro y me dio un pequeño beso en los labios.

-No iba a poder dormir sin esto -comenzó a bajar las escaleras.

Sin duda estaba sonrojado. Tres segundos más tarde, noté que era la escalera de mi padre. ¿Qué no estaba en el garaje? Ella es increíble.

The Love Club // OLD MAGCON -Parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora