Sí, todo lo que había pasado hasta ahora sólo hacía que su ya pésimo humor empeorara y el gigoló castaño de enfrente y su perfección hacían que quisiera entrar en un concurso de ceños con él.
—¿Entonces? —rugió el chico. Parecía a punto de matarla. Violet le lanzó su mirada especial asesina con levantamiento de mentón.
—Lo haría si no estuviera en mantenimiento. —Idiota, agregó para sus adentros. Park entendió esa mirada. Él usaba esa mirada cada vez que alguien le preguntaba algo estúpido.
Quería decir algo rudo y cortante pero no podía. Ahora que el sueño no le nublaba la mente no podía obligarse a molestarla, no cuando era exactamente el tipo de chica que lo atraía. Jodidamente lo tenía todo, largo cabello oscuro, ojos alargados, bonita nariz pequeña y labios apetitosos.
Lo dicho, la princesa malcriada que lo enfrentaba era exactamente como la chica de sus sueños.
Malo también que pareciera tan altanera. El pensamiento hizo que el labio superior se curvara.
Traía una blusa verde de botones metida en unos vaqueros que llegaban justo bajo las rodillas, con zapatos de tiras rosas. Nada abiertamente sexy de hecho, pero aun así lucía tan innegablemente caliente que su cuerpo no pudo evitar responder.
Park deseó que fuera la usual erección matutina pero sabía que no lo era.
Esta chica lo encendía como ninguna otra.
Era tan jodidamente malo. Y fue peor cuando recordó que no había estado sexualmente interesado en ninguna chica por meses.
Park miró a la chica otra vez y la vio frunciéndole el ceño. Era una vista refrescante que de hecho lo excitó más. ¿Qué diablos estaba pasando? Era como si hubiera entrado a una parodia del especial de Twilight Zone en Porn Tube. Incluso desde su ruptura con Faye, Park ni siquiera había pensado en sexo, no se había masturbado ni una sola vez en los últimos meses. Había estado con el trauma y luego saliendo de la jodida depresión. ¡Y ahora esto!
Calmado chico, pensó Park disgustado mientras su polla luchaba por llamar la atención bajo los repentinamente apretados pantalones de chándal. Reprimió un gemido cuando la chica se movió causando que sus pequeños pero animados pechos se sacudieran atractivamente detrás de la blusa ajustada. Esas curvas dulces como el santo infierno eran lo suficientemente voluptuosas para ganarse la maldita portada del Sport Illustrated.
Después de recordarse con un gruñido que despreciaba a las chicas, Park habló más afilado de lo que pretendía.
—Es malo lo del elevador, pero eso no significa que tengas el derecho de despertar a todos porque tuviste un día de mierda. —Se dio la vuelta con la intención de volver a dormir—. Con calma esta vez. ¿Podrás?
_________ jadeó ante la retirada del chico.
—¿Ni siquiera vas a ayudarme? —exclamó.
Hizo una mueca mental ante su voz chillona. Pero, en serio ¿Ni siquiera iba a fingir que era un caballero?
Park lentamente se volvió de nuevo.
—¿Por qué debería?
—Porque es lo que hacen los caballeros —dijo apretando los dientes. ¡No podía creerlo! ¡Por toda la mala suerte! El primer chico lindo que conocía en Japón y ¡tenía que ser un idiota de primera clase!
El chico cruzó los brazos sobre el pecho. Su muy bien formado pecho. No es que ella lo notara. Park levantó una ceja.
—¿Dije que era un caballero?