Buscando escapar...

Primera y unica parte

Tres años atrás

El suelo temblaba bajo mis pies generando una sensación de inestabilidad, miré a mis padres con temor en los ojos y me di cuenta que ellos ni siquiera se inmutaban por lo que ocurría sino que permanecían firmes protegiéndome contra lo desconocido. Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo. Nadie podría creerlo. Unos seres similares a los ángeles estaba volando del cielo a la tierra. Ellos irradiaban una luz blanquecina, eran hermosos y tenían unas alas deslumbrantes que nacían en sus omóplatos y se extendían hacia arriba midiendo casi dos metros cada una.

Al tocar la tierra con sus pies, no se escuchó ruido más fascinante que el de sus suaves pisadas. Estando en el medio de la calle con los autos parados y toda la gente observando lo que ocurría, uno de esos seres, un joven de piel blanca y cabellos negros, se acercó a una chica de más o menos 15 años, como yo. Ella se quedó inmóvil permitiendo que el chico apoyara una mano en su mejilla simulando un gesto tierno, pero al tocarla cayó desplomada al suelo como una muñeca sin vida. Todos los habitantes al contemplar lo que ocurría y entraron en pánico.

Ese fue el momento en el que miré a mi alrededor y vi que lo mismo ocurría con cientos de personas. Ancianos, niños, embarazadas, jóvenes, familias enteras. En mi distracción no observé que una de esas bestias se acercó a mis padres. Ellos deslumbrados por su hermosura permanecieron inmóviles y al igual que con la chica, se desplomaron al contacto quedando muertos. Arrebatados de mi vida.

Actualmente

Estaba atrapada sin poder moverme, era la tercera vez que un Moordenaar (nombre dado a los ángeles asesinos) me inmovilizaba. Ya había estado dos veces a punto de morir pero siempre alguien me salvaba a último momento. Esta vez estaba sola. Me había arrojado contra un moordenar que atacaba a una niña pequeña. Yo era fuerte y sabía combatirlos así que me tiré contra ella separándola de su homicida. Pero ya era tarde, ella estaba muerta y yo atrapada por un moordenaar.

Sentir su mano rozando mi mejilla, era una sensacion asombrosa pero mortal. De repente, un cuerpo se tira contra el mío sacándome de mi ensoñación y salvándome. No estaba inmovilizada pero sí muy débil por toda la energía que el moordenaar había consumido de mí. Al recobrar la conciencia, me di cuenta que el cuerpo que me empujó era el de Uziel: un chico de 21 años, de piel dorada, cabello castaño claro y ojos violetas, una rareza en toda su existencia. Tenía cejas gruesas, pestañas largas, pómulos salientes y nariz... perfecta. Desde el primer momento de mi llegada a la Guarida Alfa, conformada por un grupo de sobrevivientes que se mudan de lugar todos los días para poder sobrevivir, me siento atraída por él. Pero nunca me prestó atención, o eso creía hasta esta noche cuando me salvó de una muerte segura.

Sin decir nada, me ayudó a levantarme y salimos corriendo. Tomó mi mano y me guió fuera del campamento. Al adentrarnos en el bosque tuvimos que disminuir la velocidad para poder correr entre los árboles cada vez más juntos. Luego de lo que para mí fue una eternidad, paramos y nos recostamos contra un frondoso tronco. Estaba sorprendida. Cualquier persona en su lugar habría procurado su seguridad antes que la mía, sin embargo él se detuvo para salvarme, arriesgando su propia vida. Obviamente yo hubiera hecho los mismo por él pero esa no era la situación. Decirle gracias sería muy fácil porque obvio que estaba agradecida. Así que tomé la decisión por la que todo guerrero con una deuda optaría. Me arrrodillé frente suyo y le dije:

-Mi gratitud por salvarme la vida es inmensa, por eso es que me convertiré en tu protectora. Poniéndome bajo tu cuidado y a tu disposición.- luego del silencio, me miró y con una sonrisa que detuvo mi corazón, hablándome por primera vez, respondió:

-Supongo que ese es un golpe bajo para una luchadora como tú. ¿No? Pero me temo que no puedo aceptar tu ofrecimiento dado que lo hice por placer antes que por tu seguridad.- Desconcertada lo miré y asentí. Unos minutos después dije: