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Algunos focos de las luces de navidad, en la repisa de la entrada, conservan su luz aun después de haberlas desconectado, se mantienen encendidas desafiando lo inevitable, quedarse sin luz. Pienso todo esto mientras me mantengo parado frente a ellas observándolas. Una parte de mi queriendo que se apaguen enseguida para poder irme a la cama, otra parte de mi deseando que se mantengan encendidas, que sigan peleando esa pelea imposible. Seguramente hay alguna explicación sobre el voltaje o tal vez el tipo de cable o el tipo de foco que usan estas luces, pero durante estos minutos no me importa, para mí se está peleando una batalla magnifica entre el bien y el mal, la luz y la obscuridad.

-Ustedes pueden. – Termino diciéndole a los pocos focos que quedan aún sin apagarse, antes de darme la vuelta para subir las escaleras e irme directo hacia mi habitación.

Me pregunto si la misma ley que aplico a esos pequeños focos sobre la repisa también aplica para todas las cosas vivientes. ¿Acaso todos nos aferramos a nuestros últimos momentos de luz sabiendo que es fútil? Las plantas, los animales, las personas, todos llegan a este mundo a vivir y nada más, pero en algún punto de esas vidas aprenden o descubren que todo lo que empieza tiene un fin, algunos incluso no llegan tan lejos en sus vidas como para descubrirlo.

Pero, ¿llegara un momento en la vida de cada ser donde ya no se trata de vivir, si no de comenzar a pelear contra lo inevitable? Un momento donde el animal comienza a usar menos energía para prepararse para sus últimos segundos de luz, un momento donde las flores luchan incesantes para evitar marchitarse por dentro y finalmente, ese momento en que las personas se aferran con uñas y dientes a los últimos estímulos que pueden recibir de este hermoso mundo.

No estoy tan seguro de que sea así en cuanto a las plantas o los animales, pero estoy seguro que a pesar de todo algunas personas llegan a desear que todo termine antes de tiempo... para bien o para mal, supongo que tengo suficiente experiencia con ese tipo de personas.

Mi recorrido por las escaleras termina cuando llego a la pequeña sala que se encuentra antes de poder llegar a cualquiera de las dos recamaras de arriba. A esta hora sin ningún tipo de luz no es posible los muebles, pero he hecho este recorrido varias veces así que paso sin problemas hasta alcanzar la recamara principal, donde soy recibido por un ligero haz de luz entrando desde la ventana, una luz azul tenue, claramente es luz de luna ya que esta ventana ve directamente hacia la parte trasera de la casa. Gracias a esa luz soy capaz de hundirme en la cama sin golpearme contra nada en el camino.

La cama sigue siendo para dos personas a pesar de que ya no está aquí, el cuarto aún no tiene ningún espejo donde puedan verse reflexiones extrañas como alguien parado detrás de ti o alguien obvservandote mientras duermes, ningún punto ciego donde algo pudiera esconderse mientras hace ruidos horribles para que te levantes, ninguna televisión que pueda entenderse sola mostrando nada más que estática.

"Un cuarto a prueba de sustos." Solía decir orgullosa. Así que el cuarto se mantiene así, aunque ella no esté aquí.

Me revuelco en la cama intentando encontrar una posición cómoda, hay mucho espacio y pareciera que muy poco de mí, a veces me gustaría cambiarlo todo, poner un espejo justo frente a la cama, para poder verla acostada a mi lado, me gustaría que hubiese puntos ciegos para que pudiera esconderse y decir mi nombre hasta que me levantara a buscarla, por ultimo me gustaría que hubiera una tele para que se encendiera sola de madrugada en el canal que más le gustaba para sentir que ella está aquí queriendo ver ese programa de cocina que en verdad me gustaba un poco aunque siempre le decía que era de lo más aburrido y le pedía que cambiara de canal.

-La cama tendrá que estar de ese lado, para que quede frente al baño y sea fácil llegar en la noche, así tu dormirás del lado izquierdo viendo hacia la ventana y entonces yo podría dormir del lado derecho abrazándote o viendo hacia la puerta en caso de que se abra. – Decía mientras se paseaba de un lado a otro del cuarto cuando estábamos comprando la casa. Ya había pasado por todas las demás habitaciones frunciendo el ceño debido a que, en sus palabras, no había como arreglar esos lugares, un buen susto podría caer en cualquier momento. Por suerte la habitación principal se acomodó tan perfectamente a sus expectativas que fue suficiente para olvidar que el resto de la casa era un nido de sustos.

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⏰ Last updated: Jan 07, 2019 ⏰

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