Capítulo 1: Legados

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Lo conocí al entrar a la universidad. Tenía todo un recorrido de timidez en mis 19 años de vida, dos años de amor incondicional con el mismo hombre, toda una vida de costumbres. Mujer de casa, algo caprichosa, un poco temperamental pero toda una soñadora. Sigo siendo la misma niña romántica en busca de lo perfecto; pero, ahora llevo decepción en mi alma, me cuesta un tanto más sonreír y es que cada decisión parece marcar mi vida como un látigo a de marcar la piel.

Apenas había logrado llenarme de valor cuando Maicol decidió irse. Sostuve por años la idea de que no tendría que estudiar y nadie se opuso nunca en dos años de terrible negación. Nacida del más verídico amor. Testigo de la hazaña más pura de afecto viví mi adolescencia en el seno de una familia estable. Encontramos el equilibrio tras varias malas experiencias que dieron como tributo mi falta de fe por lo intangible.

Mi padre fue un hombre que salió adelante con su forma empírica de encontrar la receta perfecta para una contextura crocante en la masa de una deliciosa empanada. todo un caballero pacifista amante de la naturaleza y el trago, excelente bailarín y cantante; con gran capacidad para sacarte una sonrisa.

Mi madre, por otro lado, dedicó gran parte de su tiempo salvando vidas. Su gran pasión la llevaría a la decepción total al perder su capacidad de laborar, debido a, una lesión severa en la columna que nadie se digno a considerarle; costandole años de juventud y estabilidad emocional. Mujer aventurera y luchadora de vida difícil; trabajó desde muy pequeña para salir adelante. sobreviviente de terribles experiencias. Amante de la lectura y el cine. De fuerte temperamento y una escritora excepcional oculta tras diarios jamás leídos.

Ambos de familias completamente opuestas, dos personas que en mitad de la adversidad trajeron a esta chica poco convencional a la vida.

Pasé gran parte de mi infancia con mi abuela materna, mujer de mano dura, tras una infancia difícil tuvo que sacar a sus seis hijos adelante; casada con un hombre que jamás amó. con el paso de los años y tras varias trágicas pérdidas forjó un carácter fuerte y guerrero.

Maicol siempre criticó mi falta de madurez. En mitad de nuestra historia perfecta de amor se ocultaba la terrible frustración de siempre ser yo la que fallaba. Hombre independiente, ambicioso y luchador; de gran caracter y determinacion. Logró salir adelante e iniciar su carrera como físico con la idea irrefutable, de que, debía salir del país para poder ser alguien. Nacido de una familia de pocos recursos, con una corta trayectoria de crudas experiencias consecuencias de la inevitable muerte, que lo llevaron a mirar el mundo con frialdad. de padres con una relación estrictamente de sangre sin ningún vínculo de amor.

Su padre, hombre machista de vida dura. Vividor de amargas decepciones que lo convirtieron en un dependiente obsesivo de la religión.

Su madre, mujer sumisa de carácter débil. criada en el seno de una familia estable. acostumbrada a la vida fácil, quebró su autoestima al caer en el agujero de una relación tradicional, que la llevó al declive total de su identidad como mujer independiente.

La relación con mis suegros siempre fue tensionante. Tras caer en mi terrible error de cambiar vidas. Vi en ellos la insaciable necesidad de corregirlos. Con todas las respuestas divagando en mi mente una y otra vez, metí mi necedad en sus trágicos problemas, yendo contra toda razón con el único fin de conseguir arreglar por completo sus tristes vidas.

Forge mi carácter aislada de la sociedad porque mi abuela siempre pensó que la familia era lo más importante.

-¡Hija mía los amigos vienen y van!  son tan inmaduros como tu, no hay mucho que puedan enseñarte ¡sólo te causarán dolor y decepción! -  esas eran las palabras de una anciana sabia.

Su alma calcinada por la traición no aceptaba la idea de que la amistad existiera. cegada por el rencor me crió para no depender de nadie, para siempre estar a la defensiva de quien pudiera lastimarme, desde entonces, nunca tuve el deseo instintivo de integrarme, pero había un espacio que aún invadía mi alma.  

Empecé a llenar los vacíos con mi monomaníaca curiosidad. Los problemas en casa nunca faltaban. Yo, una niña callada de perfil bajo aprendí a escuchar con atención aquello que aquejaba la tranquilidad de los que me rodeaban. Transmitía tanta tranquilidad y confianza que a mis 7 años ya tenía la capacidad de aconsejar a quien lo necesitara. Tanto era mi talento que solo yo sabía que pensaba una persona respecto a otra. Fue entonces cuando me enfrente a la hipocresía proyectada desde el trágico drama que derramaba mi propia sangre. Sin posibilidad de escoger ningún bando, en mitad de la desesperación, nació en mí la necesidad de ser escuchada. Despertando aquel legado que me había dado mi madre, ese talento innegable por la escritura.

Del Amor Al Suicidio: El Drama De Una PoetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora