Capitulo 2: La Noche

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Llevábamos poco de conocernos cuando nos besamos por primera vez. La culpa invadía mi alma y aun así me sentía inexplicablemente feliz.

Maicol me esperaba en casa como cualquier otro día. Nos habíamos acostumbrado a dormir juntos cada que era posible o cada que mi caprichoso deseo se hiciera presente. Tan apegada a su calor llegué a preferirlo antes que a mi familia y no era que no me importaran, pero en su casa se sentía más libertad que en la mía.

Jamás podré describir la sensación inexplicable de la primera vez que pude volver a caminar las calles sin que el sol se hiciera presente. Amante de la noche; había vivido presa por 7 años en los prejuicios de una terrible condición física que me amarraba a el descanso obligatorio en presencia de la luz natural de las estrellas.

Siempre creí que la noche era la representación misma de libertad. toda expresión de felicidad mundana podía pasar desapercibida en el vívido resplandor que reflejaba el oscuro mar del cielo. El alcohol acompañado de un buen baile o la falta de pudor en el buen sexo. Todo aquello que en el día parecía fuera de serie, era posible en la oscuridad perfecta que iluminaba la noche. Tal vez por eso fue posible aquel impulso de infidelidad que me condenó a un recorrido insesable de culpa y curiosidad, oculto tras la excusa perfecta de la desmesurada juventud.

Maicol, un hombre de mundo, había logrado ganarse la confianza de mis sobreprotectores padres. Me había salvado de las cadenas que me condenaban a la luz del dia. Cargando con la responsabilidad de aquello que me hacía distinta. Luchando muchas veces con lo que algunos llamarían el mismísimo demonio.

Llevábamos 3 años viviendo lejos del complejo acaparador de la hipocresía. Éramos solo mis padres, mi hermano y yo. Parecía una vida perfecta para dos niños de mentes libres.

Cursaba octavo grado, era un lunes en la mañana, dia normal de clases; cuando mi cuerpo se desplomó en el estrecho cuarto del baño. Solo mi madre ha logrado explicar con lágrimas lo trágico que fue aquel momento, el momento en el que perdí la vida por un instante, instante que a veces en la desesperación de un mal dia hubiera deseado que fuera eterno.

Fue fácil para los médicos reconstruir la escena como una desafortunada caída. me habría levantado dormida y el impacto de mi cabeza chocar con el rígido muro de la ducha, fue el causante de dicho desastre. Solo les tomo un dia dar el diagnóstico con el que debía conformarme, sin embargo, me tomó años superar la idea de que aquella historia no era verídica y  aquel día alcultaria un gran misterio. Años de teorías supersticiosas. Los religiosos creían que estaba poseída y me invitaban amablemente a ver a un cura. Los escépticos por otra parte; que era cosa de la adolescencia, algo que venía de familia y que se quitaba con el tiempo. Tantos años de constante difamación para finalmente descubrir que era epiléptica.

Los neurólogos, después de todo un año de exámenes y pruebas, lo llamaron más profesionalmente como: síndrome convulsivo por trastorno del sueño. A mis 13 años me privan por completo de mi necesario instinto nocturno. Solo basta decir que fui obligada a conciliar el sueño en horas no deseadas. Tal condición me aislo de muchas tradiciones familiares; de tanta felicidad mundana que mi espíritu se perdió en el brillo sofocante de la luz del día. Los medicamentos incrementaron mi aparente depresión. Después de eso, viví por instinto con ayuda de alguna especie de bloqueador solar, tras el complejo desesperante de un vampiro.

Tal vez fue Maicol quien me colocó la alas. Tal vez fue mi gratitud por su existencia la que me impulsó a perseguir una vida juntos. Fue aquel suceso quien me ató a estar por siempre a su lado o tal vez estar con él significó el descubrimiento de la noche misma.

Muchos siguen buscando respuestas a aquel inesperado día. Lo que no saben es que lo realmente impactante vino después. Al darme cuenta de que mi hermano menor estaba destinado a vivir lo mismo.

Del Amor Al Suicidio: El Drama De Una PoetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora