Aterricé, mis abuelos y mi novio (en ese entonces) fueron por mi al aeropuerto, y me sentí a salvo.
Es indescriptible lo que sentí, me sentí protegida, sentí que había tomado la decisión correcta.
Pero como antes mencioné, nunca sabes la reacción hasta que ésta sucede.
Comencé la escuela un par de semanas tarde, pero bien.
Mis libros no tenían estampillas pero yo sentía una alegría inmensa de seguir ahí.
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El primer día me di cuenta de que nada sería igual, las personas pensaban que ya no volvería y seguían con su vida, como siempre.
En ese momento me dolió muchísimo, actualmente estoy consciente de que hicieron lo correcto al seguir adelante.
De nuevo, el mundo se me cayó.
Me sentía sola, las personas que consideraba mis amigas habían empezado a hablar mal de mi.
Mi "mejor amiga" tenía nuevas amigas y ni siquiera tuvo la decencia de saludarme.
Todos iban a mi salón a comprobar que estaba ahí, sin creer que había regresado.
Me sentía un muerto resucitando y no se sentía para nada bien.
Por otro lado, las cosas con mi novio eran más difíciles, él pensaba que había hecho algo en Miami sin saber que no tenía cabeza para nada más que para volver a México, pero optó por no creerme.
Poco a poco fui recuperando a mi grupo, pero ya no era lo mismo, la confianza no era la misma. Yo no era la misma.
Y ahí fue donde empezó todo.
Sufrí de muchísima confusión, sentimientos encontrados, engaños, mentiras y sobre todo, miedo.
Mucho miedo, a tomar una mala decisión, a equivocarme, a fallarle a alguien. A fallarme a mi.
Miedo a quedarme sola.
Pero ¿Sabes? Todos tenemos derecho a equivocarnos, y si lo hacemos, nos llevamos algo con nosotros, es por eso que "Todo pasa PARA algo"...
Y si, definitivamente así fue...
