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El día era azotado por una terrible ola de pereza que parecía afectar a todo su alumnado. Pereza o más bien falta de disposición. Las vacaciones de invierno habían acabado y con ellas las playas de Changwon. De ese lugar que le sería difícil olvidar. Ahora debía de despertar y prepararse para su nuevo entorno y nuevo mundo. No se había entrenado para eso, rayos.

Abandonó la vieja casa de la señora Lee – una anciana ya viuda cuya compañía se definía en estudiantes foráneos y plantas. – montando la motocicleta que su padre le había regalado antes de irse. Sus últimos momentos en Changwon habían sido de lo más extraños y hasta el momento en el que estuvo cara a cara con su destino, se dio cuenta de lo que dejaba atrás. Amigos, familia.

Una novia.

Todo en Changwon y él ahora en Seúl, donde no podía sentirse más fuera de lugar. Como el buen estudiante que era, su deber era enfocarse en sus estudios y convencer a sus padres que haberse mudado de casa no era una mala idea, que todo valía la pena y personalmente, podía aprovechar para tomarse un poco de más libertades en una nueva ciudad. Pero primero debía evitar que lo atropellaran.

Alcanzó a pisar el freno justo antes de ser cruelmente arrollado por una camioneta, justo frente a su nueva escuela. Recibió un amigable insulto como modo de despedida cuando el auto avanzó a toda prisa; WonWoo, en cambio, gruñó nada feliz después de estacionar su motocicleta. 

Dentro de su celular buscó el número de su aula y su horario, perdiéndose y llegando después de un rato al aula que le correspondía. Su ansiedad provocaba que se mordiese los labios mientras acomodaba sus cosas en silencio. Rápidamente llegó a la conclusión de que los alumnos nuevos no eran comunes debido a las miradas indiscretas que quemaban su piel sin piedad; haciendo un gran esfuerzo por no responder mal o hacer algo que fomentara aún más a sus espectadores, decidió hacerse chiquito en su uniforme color ciruela.

Tremendo susto se llevó al levantar la cabeza y encontrarse con dos chicas frente a él, tomadas de la mano y con una sonrisa antinaturalmente extendida por sus rostros de muñeca. WonWoo solo se aterrorizaba cada vez más.

— ¡Hola! ¡Soy Sana!

— ¡Y yo soy Dahyun!

— ¡Y venimos a darte la bienvenida a Choong Chun Middle School! — la chica de aspecto foráneo le entregó un papel con ambos números telefónicos y el QR al blog de la escuela. Agradeció a ambas chicas por las atenciones e hizo todo lo que estuvo en sus manos para que ellas entendieran que la conversación terminó. Su siguiente susto fue ver su rostro como tendencia número uno en el blog que las chicas le habían presentado.

"Oh, vaya forma de comenzar."

Para terminar con los sustos de aquella terrorífica escuela, recibió una nota en su banco.
"Bienvenido :) veme al final de la clase."
Su mirada bailó ansiosamente entre cada alumno cerca a él hasta encontrarse con un rostro sereno y sonriente que le regaló un guiño. WonWoo abandonó su mirada. Decidiendo concentrarse en la clase, cruzó sus brazos justo cuando el profesor entró.

El timbre aturdió a WonWoo, haciendo que se sobresaltara sobre su misma silla. Suspiro y se levantó, riéndose de sí mismo y después de recoger sus cosas, fue hacia la salida del salón. Habría partido tranquilamente de no ser por un jalón en su corbata que lo obligó a ver al mismo muchacho del guiño y por consecuencia, de la nota. Ahora que lo veía más de cerca, se daba cuenta de que ese rubio tenía una sonrisa que ofrecía todo lo que alguien normal prefiere callar. Alguien decente o reprimido, depende de quien preguntara.

— No vayas por ahí, cariño. Hoy debemos elegir taller en el salón de usos múltiples y hasta donde sé, tú no sabes donde queda esa. ¿WonWoo, verdad? — el muchacho habló de forma rápida y fluida, provocándole una sonrisa al de rulos oscuros. Le recordaba a Kyulkyung.

seductive photo.  》meanie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora