Capítulo 1.

1.1K 49 2
                                    

Narra Mimi:

El frío golpea mi piel como si quisiera rajarla, noto como cala poco a poco.
A quién pretendo engañar, ha calado, hace mucho que caló.
No sé cuanto tiempo llevo aquí, puede que días o puede que semanas.
Muchas veces había escuchado a compañeras de módulo hablar de esto, de cómo pierdes la noción del tiempo, cómo empiezas a tener alucinaciones y cómo los gritos te atormentan.
Cuando las escuchaba hablar de esto me reía, al fin y al cabo eran las eternas yonkis, era normal que tuvieran alucinaciones.
Ahora me doy cuenta de que realmente estaban en lo cierto, estar aquí te vuelve loca.
Porque si, tú eres tu peor enemiga.

Escucho el ruido duro y seco de las grandes puertas de metal.
Unos pasos se acercan a mi celda.
Más ruido metálico.

-Doblas, levanta -dice firmemente un funcionario

Me levanto como puedo sintiendo mis piernas flaquear. El funcionario, harto de mi lentitud me agarra fuertemente del brazo y me saca de allí.

Noto las miradas de asco y las burlas de otros funcionarios, supongo que es lo normal después de que te metan en aislamiento por liarsela a uno de ellos, pero se lo merecía.

Todo pasó tan rápido que cuando quise echar cuentas, ya estaba en un bus junto a otras presas.

Mientras esperaba en la fila para subir al bus logré escuchar una conversación entre dos funcionarios, el destino era Albolote.

Espera, espera, ¿eso estaba en Graná?

El viaje se me hizo demasiado corto, y allí estaba, otra vez, de vuelta al hoyo.

Me sacan de una madriguera para meterme directamente en otra.

Mientras me guían por los pasillos veo como una de las celdas de aislamiento esta abierta, sacan a alguien en una camilla.

El olor a sangre se adentra a pasos agigantados en mis fosas nasales y no puedo evitar pararme.

-Camina -dice el funcionario dándome un pequeño empujón

Apenas dos celdas después, entro.

Huele tan mal que tengo incluso ganas de vomitar.

Pasan las horas hasta que vuelvo a escuchar ruido asi que me acerco a la puerta, a veces las conversaciones de los guardias son entretenidas.

Son voces femeninas, una se queja del olor y otra...

¿Qué coño?

-¿Miriam? -dije en voz alta

Pero no obtuve respuesta, estaría alucinando.

Narra Miriam:

Los nervios se acumulan en mi interior.
Quizá sumándole algo de miedo.

Hace dos semanas atacaron a una funcionaria y otra se jubiló, asi que podríamos decir que he tenido un golpe de suerte.

Nos guían hacia el interior y conforme paso la puerta el olor a polvo y a óxido me envuelve.
La tensión se respira en el ambiente, Mireya, la otra chica que entra conmigo me dedica una sonrisa aunque ella también esta asustada.

Llegamos a la sala de descanso, allí hay dos compañeras, parecen simpáticas.
Nos dan los uniformes y los horarios.

Las compañeras se ofrecen a hacernos una visita guiada para que mañana nos sea más fácil.

Comezamos por el módulo tradicional, nos advierten de que sobretodo aquí debemos tener mucho cuidado y no bajar la guardia ni un segundo.

Me siento observada, escucho gritos pero apenas atino a entender qué dicen.
Paso de una cara a otra, buscándola.
Aquí no esta.
Joder.

Noto un pequeño golpe en el costado, es Mireya tratando sacarme de mi ensoñación.

Pasamos al módulo de respeto, es muy distinto, huele a limpio, no se escuchan voces, podría decir casi que se respira tranquilidad.

Poco después pasamos por el módulo de ingreso y el de enfermería, por último llegamos al módulo de aislamiento, es el que más me sorprendió.

Las celdas eras muy pequeñas y no tenían ni un solo agujero por el que se colara algo de luz del exterior.
Olía a sangre y a comida podrida.
Aquello me parecía inhumano.

-¿Aquí siempre huele así? -dijo Mireya  arrugando la nariz
-A veces no nos damos cuenta y algunas presas se guardan la comida y se pudre, asi que si, casi siempre -dijo Laura con cara de asco
-¿Y el olor a sangre? -dije saliendo del mutismo por el que había optado desde que entré
-Oh, eso, bueno, hace apenas unas horas una interna se ha quitado la vida, son muy creativas haciendo armas, deberíais tener mucho cuidado, pueden usar desde un hueso de pollo a un tapón de pasta de dientes, tienen mucho tiempo libre -dijo encogiendose de hombros

Un escalofrío me recorrió.

Me pareció escuchar mi nombre de una de las celdas, estaba empezando a desvariar, demasiadas horas sin dormir.

Terminamos y nos despedimos amablemente de las compañeras.

-¿No te parece fuerte? -dijo Mireya mientras se ponía su chaqueta
-¿A qué te refieres? -dije mirándola sin entender nada
-A que no tenemos nada con que defendernos, solo unos guantes de látex, ¿tú has visto to' lo que hay ahí dentro? Es que no llevamos ni esposas -dijo esperando mi reacción

Le di la razón y salimos, mientras caminaba hacia mi coche iba arrastrando todo con la mirada.

No había ni un solo punto sin cámaras de vigilancia y todo estaba rodeado de un gran muro.
Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.
Pero bueno, lo primero era encontrarla.
Mañana la buscaría, si.



Intentaré que sea lo más realista posible (teniendo en cuenta que ni idea de como es la cárcel y que en internet hay poquisima información).
Será una historia de Miriam2 aunque habrá sorpresas.
La historia tendrá escenas duras, aviso.
Y esto no estará a la altura de Marcada, pero oye, espero que os guste.
Como siempre, mil gracias por leerme 💕

Promesas. | Miriam2 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora