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Y si ya leí...
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Mis ojos se entreabrieron al escuchar la puerta de mi habitación ser abierta, pero volví a cerrarlos inmediatamente al saber que era Lucy (mi hermana pequeña que siempre venia todas las mañanas a la misma hora) quien venía a despertarme.
-Mmm... -Traté de hablar pero solo salió un murmullo de mi parte.
Sentí como tiraron del edredón, dejando mi cuerpo destapado produciendo un leve estremecimiento en mi cuerpo.
-Cinco minutos más... por favor. -Hablé quejándome.
Extendí mi mano para coger la sabana y ponerla sobre mi cuerpo nuevamente, pero fue en vano, nunca llegué a alcanzarla. Me extrañó no escuchar lo voz de Lucy gritarme para que levantara mi trasero de la cama. En vez de eso sentí como el colchón a mi lado se hundía. Quise abrir los ojos para averiguar quien era aquella persona, pero, me pesaban demasiado. Traté de darme la vuelta, pero unas manos frías impidieron que lo hiciera, haciéndome quedar intacta donde estaba. Sentí como tiraron de la sabana y la ponían nuevamente para que descansara en mi cuerpo.
-Mike si eres tú, te ruego que me dejes dormir y te largues de mi habitación, si no quieres que patee tu trasero. -Le hablé en voz baja pero aún así mostrándole mi molestia a mi hermano mayor, con mi sueño nadie jugaba.
-Que ruda. - Abrí los ojos inmediatamente y mi cuerpo se alertó al escuchar aquella voz.
Traté de mencionar alguna palabra coherente para echarlo de aquí, pero ninguna salió. Tenerlo aquí acostado justo a mi lado, hizo que mi cuerpo se estremeciera.
Su cuerpo se pegó más hacía el mío y tiró de mi para que mi espalda quedara pegada a su pecho. Sus manos se posaron en mi cintura, sus dedos quisieron moverse, pero lo interrumpí llevando mis manos allí queriendo apartar las suyas. Su mano hizo presión en mi cintura, impidiéndome poder apartar esta de aquella zona. Nos pegó aún más, dejando que nuestras partes rozaran íntimamente.
Intenté apartarme, pero fue imposible, la presión que sus dedos ejercían en aquella zona me hacían querer quejarme de que me estaba haciendo daño, pero ninguna palabra pudo salir de mi boca.
Sin embargo la suya se dirigió a mi cuello, donde allí, empezó a acariciarme suavemente con su nariz, su aliento cálido chocaba con mi piel, lo que me hizo cerrar los ojos y sin querer aceptarlo, dejarme disfrutar unos instantes del momento.
Sentí cierta presión en mi trasero y quise morirme al darme cuenta de que su mano había abandonado mi cadera y descendió hacía arriba queriendo llegar a mis pechos. Lo cual hizo, adentrando la mano por la camiseta que llevaba puesta, sus dedos tomaron mi pezón al instante, rodeándolo con ellos, tirando levemente de el. Un gemido escapó de mis labios y me maldecí internamente al haber dejado que pasara aquello.
Sus labios por fin tocaron mi cuello, empezando a besar este lentamente, pasando su lengua varías veces. Mientras, sus dedos le proporcionaban placer a mis pezones. Su boca llegó a mi clavícula, donde allí succionó, queriendo dejar una marca. Sin poder evitarlo gemí nuevamente, sus labios en aquella zona eran magníficamente placenteros, y aunque no quería acceder y fingirle que no me estaba gustando lo que hacía, fallé, porque me delaté en el momento en que empecé a gemir y mis caderas empezaron a balancearse involuntariamente contra él.
