xɪɪɪ

58 6 5
                                    

La noche anterior fue dolorosa, y definitivamente dejó una marca.

Harry, arropado entre abrigadas y suaves mantas que conservaban su calor corporal a la perfección, pasaba sus dedos por la rugosidad de la pared frente a él como quien admira una pieza de arte mientras contenía sus lágrimas en su garganta y en sus ojos. Se removía con incomodidad, extrañando el calor de los brazos alrededor de su cintura, de las cálidas exhalaciones en su cuello y helados pies enroscándose con los suyos.

Intentó cerrar los ojos y ceder, pero cada vez que lo intentaba rompía en llanto nuevamente. Se sentía inútil.

Él era consciente de que Louis se encontraba en el baño más tiempo del normal, y sentía el impulso de ir a buscarlo, pero así otra vez caería en ese círculo de querer salvarlo de sus demonios, aun cuando no tenía en su posesión los nombres de estos.

¿Cómo expulsas demonios sin tener conocimiento de sus nombres?

Su cuerpo se sentía como si hubiese sido elaborado en plomo, atrayéndolo con gravedad más y más como si fuese a fusionarse con al edredón. Le costaba inhalar, y hacía un ruido exagerado intentando hacerlo, como si el oxígeno se estuviese acabando y necesitara resguardarlo en sus pulmones.

Lo que Harry no sabía era que el ojiazul se encontraba sobre el frío suelo del baño, rogando que Harry apareciese, que lo abrazara dejando solo cariño en las partes rotas y le dijera que todo estaría bien; Que lo cuidara.

¿Por qué lo alejaba si lo único que quería era tenerlo cerca? ¿Por qué desconfiaba de él pero sin embargo, si Harry le prometía que con un beso todo desaparecería, los toques ya no dolerían y los cigarrillos no quemarían le habría creído?

Se sentía tan desorientado, que ni siquiera una brújula podría guiarlo hacia la cordura.

El orgullo traiciona y corta como el filo de una hoja, dejando marcas dolorosas que intentas cubrir con vendas que solo la otra persona posee, pero si debes desangrarte para no verte indefenso ante otro, lo haces.

Los orgullosos tienden a quedarse solos, porque no pueden admitir cuando lo sienten o cuando simplemente necesitan alguien que los sostenga.

Los orgullosos tienden a quedarse solos, porque no pueden admitir cuando lo sienten o cuando simplemente necesitan alguien que los sostenga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Al día siguiente, ninguno de los dos cruzó palabras. Solo alguna que otra mirada por encima de la mesa, pero solo eso. La tensión era leve, pero molesta, porque nunca se habían ignorado de aquella manera.

- ¿Wyoming? Ese lugar es hermoso – Comentaba Sara, mientras que Ody contaba donde solía vivir. Sydney tenía una sonrisa confundida, pero solo Finn y Louis parecieron notarlo, aunque no dijeron nada al respecto.

- Pensé que eras de Alemania cariño – Comentó Sydney, delineando sus uñas con los labios que aún formaban una sonrisa.

-Oh, sí, pero visité Estados Unidos antes.

Vermisst : The Colorado ProjectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora