Prólogo.

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En una importante noche de otoño, nos encontrábamos en el pueblo de Brunis, en una pequeña choza en medio del campo... El ambiente se sentía hostil...

La incesante lluvia acompañada de los sonidos de los guardias buscándonos, nos producía un gran estrés...

- ¡Buscadlos!, no pueden andar muy lejos. - anuncio uno de los capitanes de los soldados. - Si no los llevamos de vuelta ante el verdugo, yo mismo me ocuparé de que alguno de ustedes ocupe su lugar.

Los guardias comenzaron a movilizarse con gran interés a lo largo y ancho del pequeño pueblo. Entraron en las casas, los establos y comercios de los ciudadanos con tal de encontrarnos.

Era cuestión de tiempo que fuésemos hallados en el altillo de la choza donde nos encontrábamos... No teníamos tiempo para salir corriendo, y mucho menos en la situación en la que estábamos.

La noche pasaba lenta pero incesantemente... A lo lejos podía oírse el escándalo que estaban montando los soldados entre los ciudadanos. Más poco a poco, comenzaron a escucharse sus voces con mayor claridad.

- ¡Despejado! - Comentó un joven soldado que se encontraba en la herrería próxima a donde nos hallábamos.

La puerta de nuestra choza retumbó en el lugar al ser derribada por una gran patada. Los soldados comenzaron su batida por todas las habitaciones de la choza.. arrancando los muebles de dónde se encontraban, comprobando con el pomo se sus espadas posibles huecos en la pared o el suelo... Todo ello... con tal de encontrar a dos individuos agraciados con el lazo del amor. Pero el reino prohibía estas alianzas... al menos entre miembros de diferentes razas...

Por ello decidimos huir antes de ser descubiertos por alguien... aunque parece que no era tan sencillo ocultar algo tan obvio.

De repente, la trampilla del altillo fue descubierta por uno de los soldados, el cual sin dudarlo dos veces, entró en su interior... viéndonos abrazados en una de las esquinas de la habitación.

El joven soldado rió por lo bajo al vernos, pues se sentía afortunado al habernos encontrado. Se quitó el yelmo y sacó su espada de su funda, apuntando directamente hacia nosotros. Sonrió con picardía mientras se acercaba y cambiaba la posición de su espada con un leve giro de muñeca, propiciando que la empuñadura y el pomo queden hacia arriba.

- Tenéis suerte de que yo os haya encontrado primero.- Comentó el joven guardia. - Ahora podréis descansar tranquilos, daré la noticia de que esta choza está vacía.

- Me abalancé con cuidado hacia el guardia, abrazándole con todas mis fuerzas, sintiéndome sumamente agradecido con él.- ¡Muchas gracias Linneo!, te debo una.- Agradecí por lo bajo.

- No tienes nada que agradecer, tío. Me encargaré de "comprobar" el resto de posadas y notificar vuestra posible huida.- Linneo se levantó, apoyando su espada en el suelo para impulsarse. - Espero volver a verte cuándo el matrimonio entre razas sea permitido. - El joven se aproximó a la salida, y a cerrar la trampilla del altillo. Pero no sin antes, despedirse de mi acompañante. - Hasta otra, Khaleda. Proteje a mi tío y no te sobrepases con él.- Dijo con una gran sonrisa.

Poco después, Linneo salió junto a sus hombres de la choza, dejándonos solos y a salvo. No tardaron mucho más en acabar sus batidas en el pueblo, permitiéndonos descansar un poco de tanto estrés...

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⏰ Last updated: Mar 10, 2019 ⏰

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La caída del ValleWhere stories live. Discover now