DAC

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Divino ser que en mí tus ojos has puesto
Dime, ¿por qué he de ser yo quién tenga la dicha de tu dulzura y bondad?
¿Qué es lo que has visto en mí,
Con esos singulares ojos cafés?
Esos, que me hipnotizan cuando dirigen su atención a mi ser;
Si sólo he de ser un simple mortal, nada comparado con el poder que en ti habita.
Oh, pues grande eres,
Tantas propiedades maravillosas que de mi mente se han apoderado
Tu extraña crueldad hacia ti me ha atraído,
Más tu dulzura me ha obligado a quedarme
Tan sólo quiero que me digas, grande y hermoso ser
¿Digna soy yo? Pues en tus ojos veo la honestidad y pureza, manchadas por los errores que hacia ti me han traído
Has abierto tus alas para emprender el vuelo y llevarme hacia la libertad.
¡Dulce vida la mía!

Pero, las has cerrado,
Las cerraste frente a la amenaza de los hombres hacia mí
Qué digo, ¡tus alas!
Tan sólo míralas... Malheridas.
Pero, yo sólo soy un mortal, con el único poder de herir tu divinidad, sin lo necesario para devolver tus bellas alas a lo que solían ser.
¡Desgracia la mía!
¿Qué le he hecho a los dioses para merecer la culpa de matar lentamente a mi amor?
¿Qué ha hecho, mi dulce ángel cruel, para merecer el dolor que le brindo yo?
Y, ¿quién diría que en tu castigo he de encontrar el amor?
Quédate conmigo, mi condena cumpliré, divina seré, y tus alas curaré.
Aguanta un poco más, mi dulce ángel cruel.

Dulce Ángel CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora