T'estimo

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Una noche más, Aitana era incapaz de conciliar el sueño. Había perdido la cuenta de las horas que llevaba mirando a Nerea dormir en la cama de al lado. La rubia tenía el semblante sereno y la boca entreabierta dejando ver esos dientes de los que todas se burlaban, pero que a la morena le encantaban. Sonrió dándose la vuelta para quedar boca abajo y seguir observándola desde esa postura.

¿Que cómo había llegado a esa situación? Pues por la decisión más irracional que había tomado en su vida: presentarse a las pruebas para entrar en el ejército. Había sido una estupidez y se arrepentía cada día a todas horas. A todas horas... menos en esos momentos, cuando podía disfrutar de la otra chica sin tener que cumplir órdenes. Alguien como Aitana debería estar en alguna universidad estudiando una carrera que aumentara el prestigio de su familia. Sin embargo, ahí estaba, en el Cuartel del Bruch por un arrebato.

Decidiendo que ya era suficiente vigilia, se levantó. Al día siguiente, tendrían el primer simulacro de examen. No era nada oficial, pero si ya era patosa de por sí, no se quería imaginar cómo sería sin dormir absolutamente nada. Por tanto, se agachó frente a la única cama en la que había descubierto que podía dormir sin problema y, lo más importante, sin pesadillas.

-Nerea.- Susurró, rezando para que ninguna de sus otras compañeras se despertaran. Llevó una mano a la cara de la rubia y acarició la mejilla que quedaba al descubierto al estar de lado.- Nerea.- Volvió a llamar. Esa vez sí, los ojos de la susodicha se abrieron, pero frunciendo el ceño.

-¿Otra vez, Aitana? ¿No tienes mejores cosas que hacer que despertarme todas las putas noches?- Susurró enfadada.

-Jo, Nerea, no me hables así. Es que estoy nerviosa por lo de mañana.- Mintió, la prueba le daba absolutamente igual.- Además, ya sabes que me gusta dormir con alguien mayor que yo.

-Aitana.- Comenzó a hablar la rubia incorporándose para quedar sentada.- Literalmente, todas aquí son mayores que tú. Es más, yo soy la más pequeña después de ti. ¿Por qué no te vas a dormir con otra?- La morena no le dio una respuesta verbal. Se limitó a mirarla fijamente con aquellos ojos tan expresivos que brillaban con la poca luz de la luna que se colaba entre las ventanas. Nerea resopló, viéndose derrotada una vez más, y volvió a tumbarse dándole la espalda a Aitana.

-¡Bien!- Exclamó la pequeña metiéndose entre las sábanas.

-Em tens fins als collons.- Dijo provocando una pequeña carcajada por parte de Aitana.

-Jo t'estimo molt.- Respondió dejando un beso sobre su hombro.

-Si quieres quedarte, deja de hacer gilipolleces.

-Vale, vale.- Aceptó pasando un brazo por la cintura de la otra chica.

-Aitana.

-¡Pero si siempre te abrazo!- Se justificó afianzando más su agarre.

-Mira, está bien. Abrázame y duerme, pero cállate la puta boca ya, porque las vas a despertar a todas y se nos va a caer el pelo.- Contenta con esa respuesta, la morena cerró los ojos sin borrar la sonrisa de su cara.

Nerea caía mal a todo el mundo menos a Aitana, cosa que no era difícil, pues su carácter dejaba mucho que desear. En cambio, la morena sabía que esa no era su verdadera forma de ser, porque la otra chica había sido su mejor amiga desde que coincidieron en el coro municipal con trece años. Por cosas del destino, la vida de Nerea se quedó patas arriba con el asesinato de sus padres, que fueron víctimas del atentado sucedido en Las Ramblas. Desde ese momento, Aitana no volvió a verla siendo amable, en su boca no volvió a formarse una sonrisa y, sobre todo, no volvió a dar muestras de cariño por nadie. Ni siquiera la vio llorar en el entierro, ni horas más tarde cuando, en su habitación, juró que se vengaría entrando al ejército y especializándose en casos de terrorismo.

T'estimo (iFridge one shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora