Prologo. El Laberinto del Pecado y el Castigo

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  La sangre brotaba a borbotones por el costado de su abdomen, tendido en el suelo, Lauren sujetaba con fuerza el costado de su abdomen, tratando inútilmente que la sangre no se escapase y se llevase consigo el calor de su cuerpo. Lauren temblaba, sabía que le quedaba poco tiempo, sus labios empalidecían cada vez más, los parpados le pesaban y cada vez era más difícil ver más allá de su nariz.

¿Qué podía hacer? No podía levantarse, a estas alturas, aun si pudiera lidiar con el dolor le faltarían fuerzas para hacerlo. ¿Debería gritar? Quien lo iba a escuchar dentro de aquellos podridos y ruinosos muros de madera, más aun, en aquel lugar tan remoto.

Por el tacto de sus manos comenzaba a pensar que el tiempo empezaba a ir más lento ¡No! La sangre que manaba de su abdomen fluía cada vez más lento. No le quedaba mucho tiempo y él lo sabía mejor que nadie. En un principio temía las consecuencias de aquel sucio lugar, pensaba que la herida se infectaría si no la trataba adecuadamente ¿Quién diría que aquella seria la menor de sus preocupaciones?

Cada gota que se deslizaba entre sus dedos le dificultaba cada vez más el mantener los ojos abiertos. Poco a poco fue dejando de temblar, casi era un alivio que no sintiera ya más frio, lentamente sus manos fueron cediendo, y el dolor era cada vez menor, hasta que llego a un punto en el cual había desaparecido. Cerró los ojos y durmió.

Y entonces despertó. En un lugar completamente negro, oscuro, la visión sería casi imposible de no ser por la tenue luz que venía de algún lugar de la negrura infinita sobre su cabeza. Frente a él se alzaban dos enormes puertas de acero, pareciera que entre más tiempo las mirase más impenetrables parecieran, sin embargo, estas parecían darle la bienvenida, lo invitaban a entrar. Abriéndose de par de en par, las puertas dejaban ver en su interior una espesa bruma, como la que lo rodeaba, y la sombra de alguien acercándose con paso firme desde la distancia. Una larga cabellera negra se mecía con cada paso que aquella sombra daba.

[Bienvenido.] Dijo una hermosa mujer emergiendo a través de la bruma [Permíteme ser la primera en decírtelo Lauren, estas muerto.] Ya lo sabía Su larga cabellera negra se balanceaba con el viento, y sus profundos ojos rojos lo miraban divertidos, parecían burlarse de Lauren.

¿Qué era ese lugar? ¿Así era la muerte? Un sinfín de preguntas se conglomeraban en su cabeza [¿Quién eres?] Sin embargo, fue su primera pregunta. Aquella sombra lo atemorizaba, era como estar frente a frente a un dragón que lo miraba atentamente mientras preparaba sus colmillos para desgarrar su carne. Esa mirada, la conocía.

[¿Yo?] Respondió con una coqueta y traviesa voz, a aquella mujer parecía estar disfrutando de aquella situación, una sonrisa burlona se formó en su rostro [Soy tu guía. Este lugar es un laberinto si te pierdes nunca podremos salir]

[¿Podremos?] Se preguntaba Lauren ¿Quién era esa mujer y porque tenía que guiarlo? ¿Podía confiar en ella? [¿Por qué hablas en plural?]

[Porque yo soy parte de ti, juntos tenemos que salir de aquí, juntos tenemos que enfrentarnos a este laberinto hecho de recuerdos, juntos llegamos aquí, juntos debemos seguir mufufu] La mujer sonrió de oreja a oreja sus delicados labios se extendían de una manera bastante atractiva

Lauren retrocedió dos pasos, trago saliva, podía sentir como perlas de sudor descendían por su frente. Estaba muerto, ¿porque estaba sudando? [¿He terminado en el infierno?]

[No. Por lo menos aun no, eso lo decidirás tú, esta es tu última prueba, aquí tendrás que enfrentarte a tu pasado, afrontaras la verdad de tus pecados, tendrás que ver al frente sin miedo, recolectaras tus pasos uno a uno y cuando los tengas todos tú mismo decidirás si te mereces el cielo o el infierno, pero primero necesitas cruzar las puertas, aceptar que estás muerto, dar a entender que estas listo y comenzar tu viaje, enfréntate a tus pecados. Bienvenido al Laberinto del Pecado y el Castigo] De sus labios rosa pálido emergió una sonrisa llena de impaciencia, parecía estar conteniendo la risa, el gozo, la dicha, no podía esperar más, quería que todo ello comenzase. Que Lauren diera el primer paso dentro del laberinto.

[¿Y qué pasa si me reusó?]

[Terminaras vagando eternamente sin rumbo alguno, también puede que te encuentres pasos falsos que harán que te pierdas aún más, o los pasos de alguien más y si ese alguien te encuentra te esperara un destino peor que el infierno.]

[¿Cómo sé que no me mientes?]

[Yo nunca te mentiría, en este lugar tu peor enemigo eres tú mismo y nadie más. Acepta mi guía y juntos libraremos este laberinto.]

[...] Abrumado, sin saber qué hacer, Lauren avanzó hasta donde aquella mujer estaba parada mirándolo con aquellos profundos ojos rojos, su mirada seductora lo instaba a acercarse, y al mismo tiempo cada célula de su cuerpo gritaba que huyese, pero ¿A dónde exactamente? A donde quiera que mirase estaba completamente vacío, todo era negro, lleno de niebla, el único camino estaba frente a él.

[Tú... ¿Tienes algún nombre?]

[Cierto un nombre, tengo uno...] Dijo la hermosa mujer entrecerrando los ojos mientras cruzaba los brazos haciendo un esfuerzo por recordar [... Grayland]

Lauren avanzó, podía sentir en sus pies los secos golpes que estos daban al avanzar, como si estos marcaran el ritmo de su corazón.

Se detuvo frente al umbral de la puerta. [¿Solo tengo una última pregunta?]

[Adelante] Contesto Grayland con entusiasmo.

[¿Qué eres de mí? ¿Por qué dices ser parte de mí?]

[Mufufu] Nuevamente una traviesa sonrisa se volvió a formar en sus labios. Sus profundos y hermosos ojos rojos, como dos piezas de rubí, lo miraban directamente a los ojos. Se relamió sus labios rosa pálido [Porque yo fui quien te mato.]

Delicadamente Grayland deslizó sus dedos por la espalda de Lauren, coloco con suavidad seductora la palma de su mano derecha y lo empujó hacia el interior del laberinto.

Recolectando PasosWhere stories live. Discover now