Brazil. Declan McKenna

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Nací en Argentina, aunque mis papás por cuestiones de trabajo fueron trasladados a Brasil y desde entonces acá estoy. 

Vivimos en Fortaleza, una ciudad bastante turística de acá, es hermosa y las personas son muy amables. Aunque lamentablemente llegué a esa conclusión apenas en 2015, un año después de haber llegado a Brasil. 

Pues el Mundial abarcó todas y cada una de las conversaciones en mi colegio, y al ser período de Mundial no habían turistas en otra parte de Brasil que no sean las ciudades involucradas en el, por lo tanto solo hablé con brasileros por un largo tiempo. 

No diré que son peores que Argentina en tanto a fanatismo, pero me sentí muy atacada al ser de otro país. 

Esto me hizo odiar el Mundial con todo mi ser. Y claro, mis papás estaban en otro ambiente, las personas los respetaban, no los humillaban como a mí. Esto hizo que todos los días discuta contra ellos, mi meta era convencerlos de que el Mundial es una basura. 

Por favor, ¿vender parte del Amazonas para financiar sus estúpidos partidos de fútbol? ¿Poner en peligro millones de árboles para un mes de juego?

Además, ¿qué tipo de personas están creando? ellos dicen creer que crean personas con sano espíritu competitivo, dinero para donar y bien merecido por su trabajo. Por esos 90 minutos de partido en los que se lesionan apropósito, fingen dolores para evitar que les metan goles, les importan tres hectáreas de huevos las familias que estén viendo cómo hacen a su esposo sufrir en un partido.

Hay videos de niñas menores de diez años llorando porque a su papá lo lastimaron en un partido. Pero no importa, después de todo, tienen mucho dinero para luego irse de viaje. Están ciegos, tanto el que lastima como el lastimado, que seguramente le haya causado daño físico a otro jugador en otro momento. 

Porque ellos no son lo que uno cree que son. 

En una de esas discusiones con mi padre me di cuenta de algo:

-¿Cómo puede ser que apoyes esta industria de mierda? ellos buscan engañarte, ilusionarte y luego hacerte daño, te dicen que te quieren, te hacen creer que los conoces perfectamente, cuando luego les dices que te vas, que los vas a dejar por una obligación, que vas a dejar de comprar sus entradas o su ropa, ese, ese es el momento perfecto para que te caigan todas las deudas encima, para que te enteres que vendieron parte del pulmón de la tierra, que sus partidos están arreglados, que los hinchas se matan entre ellos, que sufren de depresión, y así papá, así es como te hacen mierda. Como me hizo mierda a mi. 

Mi papá se quedó viéndome fijamente con una mirada de confusión. Quería decir algo pero las palabras no le salían de su boca. Miró a mi mamá que estaba escuchando la conversación desde la cocina, los dos me veían fijamente.

¿Que qué sentía yo? pues no me sentí como una ganadora, me sentí como una perdedora. Me di cuenta de que todo el odio que le dediqué al fútbol, es nada más ni nada menos que por rencor.

Pero no rencor de parte de mis compañeros de clase.

Rencor por mi ex.  

Sin darme cuenta había adaptado cada una de mis palabras de odio y desamor en mi discurso anti-fútbol. Era la primera vez que me mostraba dolida por una ruptura frente a alguien que no sea mi mejor amiga. 


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