... Y quizás cuando hayan pasado los años, nos volveremos a encontrar. Ya no pensaremos como antes, seremos otra versión de nosotros mismos, pero seguiremos teniendo el mismo amor. Y quizás, sólo quizás, podremos estar juntos.
Desde que nuestras miradas se encontraron esa fría tarde de invierno, me hallo perdida en ti y una fuerte presión me impide escapar. Por muchos años que pasen, ahí seguimos, el uno pendiente del otro. Es como si de una fuerza magnética se tratase, han pasado varios años, pero esto jamás impidió volver a estar igual que el primer día.
Sentirme rodeada entre tus brazos por primera vez fue una sensación indescriptible porque sin saberlo, estaba empezando a sentir algo que nunca pensé que llegaría a tanto. Aunque no todo iba a ser tan perfecto. No creas que fue fácil separarme de ti después de estar un mes viéndonos cada semana. Dejaste un vacío en mi y nunca llegué a ser consciente de ello. Te fuiste pero jamás íbamos a perder el contacto... o eso pensaba entonces.
Pudo ser por mi corta edad, por la falta de experiencia o cualquier otro motivo, pero sentí que no podría verte jamás y pensé que lo mejor sería distanciarme de ti. No sé en qué estaba pensando... Estaba renunciando a algo que de verdad me gustaba y que realmente me hacía feliz. Hasta que un año después, desperté. Me vi con suficientes fuerzas de volver a escribirte y así lo hice. Desgraciadamente, una sensación extraña volvió a mi y lo dejé estar otra vez.
Y así fue ocurriendo sucesivamente durante cuatro largos años. Y es que cuatro años dan para mucho ya que pude conocerme mejor, crecí y cambié en muchos aspectos y sobretodo, aprendí a valorar las cosas. Fue entonces cuando me dije a mi misma, <<ahora o nunca>>. Me prometí que esa iba a ser la última oportunidad que me daría. Y después de mucho hablar contigo, supe que estos años sin verte fueron suficientes como para saber que te echaba mucho de menos y que no podía aguantar más tiempo sin verte.
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Hoy es el día. Habré dormido poco más de tres horas. Estoy muy nerviosa y con ganas del reencuentro. Creo que aún no soy consciente de lo que va a pasar esta tarde. No tengo hambre, estoy inquieta, no sé que hacer con mi vida. Me visto, me maquillo, como algo, espero un poco y salgo de casa. Por el camino me hago muchas preguntas aunque en ese momento no puedo contestármelas. Es entonces cuando me acerco al sitio dónde hemos quedado, en frente de ese edificio azul, blanco y rojo. Veo que sales del coche, ambos nos acercamos, nos regalamos una sonrisa nerviosa y nos saludamos después de muchos años sin vernos.
Los nervios desaparecen en cuestión de minutos, al menos en mi caso. Me siento muy tranquila a tu lado. Íbamos tan a gusto hablando que hasta nos llegamos a perder por el centro de la ciudad, y aunque tu eres partidario de que todos los caminos llevan a Roma, nos cuesta ubicarnos.
Por fin hemos llegado, aparcas y en cuestión de minutos nos hallamos en un bar donde me aseguras que hacen las mejores bravas de la ciudad. Me encanta el plan y la verdad es que las patatas no están nada mal. Nos ponemos al día, rompemos el hielo y al terminar de comer me llevas a dar un paseo por algunos rincones de la zona donde vives. Una vez acabamos, llegamos a casa, cuatro largos pisos sin ascensor aunque mereció la pena por todo lo que no sabía que estaba a punto de pasar.
Nos sentamos en el sofá y ponemos en común algunas anécdotas que tenemos juntos, es como volver al pasado y me trae muy buenos recuerdos. No puedo parar de mirarte, aún no soy consciente de la persona que tengo delante. Más tarde hablamos de series y te pones a preparar la cena, me das algunos consejos culinarios que más adelante me servirán seguro e incluso me enseñas a preparar algo tan sencillo como un plato de pasta. Una vez cenamos, nos sentamos otra vez en el sofá. Y es entonces cuando ocurre la magia de verdad. Enciendes la tele pero yo no estoy concentrada, algo me dice que te mire, que aprecie a quien tengo al lado. Me planteo muchas cosas, mi cabeza no para de pensar... pero por nervios e incertidumbre no consigo articular palabra. Me limito a mirarte en silencio sin poder parar de sonreírte, no puedo hacer otra cosa. Te giras, me ves y sonríes. Poco a poco acerco mi mano a la tuya, necesito de algún modo, tenerte más cerca. Cuando nuestros dedos se rozan, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y es entonces cuando me doy cuenta de que nunca antes he sentido nada parecido por alguien.
Un rato después, te armas de valor y me haces la pregunta que llevas tiempo guardando. Lo hablamos y no puedo evitar emocionarme. Mis sentimientos se magnifican dentro de ese piso, entonces es cuando me doy cuenta de que te estoy empezando a querer más de lo normal. Lo confieso, lloro porque no quiero perderte, no he sabido valorar las cosas y me arrepiento de ello. Por mi cabeza sólo pasa una frase: << lo has perdido>>. Me entristezco, pero no me doy por vencida. Quiero estar contigo, pienso. De repente dejamos que el silencio reine en la casa y sin darnos cuenta, cada vez estamos más cerca. Ambos con los ojos cerrados, sin saber muy bien que hacer. Hasta que cuando menos me lo espero, nos besamos. El beso que llevaba cuatro años pendiente, surge. Me siento libre, acabo de desahogarme. Una lágrima cae por mi mejilla y pienso en lo valiente que eres.
Y es ahí cuando me di cuenta de que eres la persona que me complementa, da igual los años que hayan pasado, no importa los kilómetros que nos separen, ese día me bastó para confirmar que te quiero más de lo que pensaba y que me encantaría estar contigo. Pasarán los años y descubrirás que nada tiene la capacidad de cambiar lo que siento. Nunca antes he vivido algo así con alguien, eres la mejor casualidad que pudo aparecer en mi vida.
To: J
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FUIMOS UN CUENTO BREVE QUE LEERÉ MIL VECES
RomanceTodos los textos van dedicados a ti. Por todo lo que me has hecho sentir durante este tiempo. Ojalá el destino nos vuelva a juntar. Te quiero siempre, J.